El Camino Pijo de la Plata y el argentino

el callejón del viento J.R. Alonso de la torre REDACCIÓN / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

MARTINA MISER

Llega el día del Apóstol, decenas de caminos confluyen en Compostela y ocho pasan por Arousa

20 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Mi entrenadora de gimnasia no ceja en su empeño de peregrinar a Santiago. Uno no entendería bien esta manía de llegar a Santiago tantas veces si no fuera porque leo mucho a Carlos Casares y he acabado entendiendo esta pasión desenfrenada por caminar hacia Compostela, «unha cidade que é como unha novela», en palabras del escritor.

Quienes no entienden Santiago es porque no han sentido su hechizo. Cuenta Carlos Casares que Simone de Beauvoir, cuando visitó Santiago de Compostela en los años 50, huyó de la ciudad porque le olía a agua bendita. No asimiló que Santiago «é unha novela, por mais que non todos os novelistas souberon entendela baixo esa especie retórica».

Da lo mismo si en el sepulcro del apóstol está Prisciliano, como sostienen, apunta Casares, volterianos y ateos, o si seguimos la lectura ortodoxa de la iglesia. Santiago es una metáfora, «un froito da imaxinación» y, como tal, está dotado de un misterio, una inefabilidad y un encanto mágico que provocan la autosugestión de mi entrenadora de gimnasia, que ha hecho ya los caminos Francés, de la Plata, Portugués, Inglés y este verano ha fletado un microbús para viajar con 16 peregrinas y un peregrino de Cáceres a Santiago y desde allí, hacer la ruta de Fisterra.

Pero si solo fuera mi entrenadora. Mis cuñadas llevan semanas paseando como posesas vigoréxicas, haciendo eso tan moderno que llaman rutitas con el fin de completar el Camino, pero eso sí, sin cargar mochilas y de parador en parador. Sería algo así como el Camino Pijo de la Plata.

Pero la cosa no acaba ahí porque mi compañera periodista más cercana me ha confesado que no tiene un duro y por eso hará el Camino del Norte, que, calcula, es barato, tiene unos albergues magníficos y le parece el veraneo perfecto para tiempos de necesidad. Sería el Camino Antipijo. Y como última anécdota categorizable, mi intención de pasar unos días este verano en Cadavedo (Asturias) y mi dificultad para encontrar una casa rural porque resulta que esta aldea marítima del concellu de Valdés (Luarca) está en el Camino y los peregrinos llenan casas, hoteles, albergues y habitaciones en alquiler.

Basten estas historias peregrinas para entender cómo un proyecto servilleta puede convertirse en una locura. El turismo religioso mueve cada año a 330 millones de personas: 11 millones van a la Guadalupe mexicana, ocho millones a Fátima, cinco millones a Santiago de Compostela…

Recordemos cómo nació este proyecto servilleta. Resulta que Manuel Vázquez Portomeñe, a la sazón conselleiro de la Xunta de Galicia, estaba tomando unas tazas de ribeiro con unos colegas cuando les dio por inventarse algo que compitiera con la Expo de Sevilla y los Juegos de Barcelona. Fueron apuntando ocurrencias en servilletas de bar y llegaron a la conclusión de que la única imagen de marca exclusiva de Galicia era la tumba del cuerpo del Apóstol llegado en una barca de piedra. Un contertulio cayó en la cuenta de que 1993 era Año Santo y aquellos vinos culminaron con una idea brillante escrita en una servilleta de papel: Xacobeo 93.

Portomeñe aún conserva esa servilleta que ha acabado movilizando a media España y en Galicia se recuerda que cuando le presentaron, encuadernado y bonito, el proyecto a Manuel Fraga, no le convenció porque en el último Año Santo, 1982, con visita de Juan Pablo II incluida, solo se entregaron 1.868 compostelanas, esos certificados de haber hecho el Camino que hoy tiene todo el mundo. Pero don Manuel dejó hacer y la locura fue in crescendo: en 1992, hubo 9.764 peregrinos; en 1993 se despacharon 100.000 compostelanas y el año pasado se batió el récord: una barca de piedra y una servilleta de papel movilizaron a medio millón de peregrinos con credencial compostelana y cuatro millones y medio llegados en coche, AVE, avión o autobús.

La ría de Arousa tiene la suerte de encontrarse en el camino a Compostela. Solo aquí, tenemos ocho rutas xacobeas: el Camino Portugués; la Variante Espiritual; la Ruta del Padre Sarmiento; la Ruta Náutica con escala en Ribeira, O Grove y Vilagarcía; la Ruta Mar de Santiago desde Vilanova; la solemne Traslatio y en la otra orilla de la ría, el Camino de Santiago de la Ría de Muros-Noia y las rutas auspiciadas por los Amigos del Camino de Santiago en Barbanza-A Orixe.

Pueblos portugueses

O Salnés tiene la suerte de encontrarse en el camino hacia Santiago, pero si no se encontrara, daría igual. He visto flechas amarillas en pueblos portugueses del Alentejo que solo forzando mucho la cartografía pueden presentarse como etapas xacobeas. Aunque lo último que me ha llamado la atención es el Camino Gallego de Buenos Aires.

En la capital de Argentina, se puede hacer el Camino de Santiago recorriendo los 13 edificios que albergan las asociaciones, sociedades y centros gallegos de emigrantes de diversos municipios y comarcas (Betanzos, A Peroxa, Corcubión, Outes, Mos, Zas, A Golada, Silleda y Lalín, Vedra, etcétera). En cada uno de ellos, sellan un documento o Compostelana bonaerense, donde se especifica si el recorrido por la ciudad se ha hecho a pie, en bici, moto, patinete o transporte público y ya se pueden considerar peregrinos con credencial. Los caminos de Santiago son infinitos, aunque solo Arousa puede presumir de tener ocho.

Mis cuñadas viajan hacia Santiago de Compostela de parador en parador y sin mochila

El «proyecto servilleta» de Portomeñe ha triunfado hasta en Buenos Aires