Hacinamiento, roedores, matorrales y heces; así es la vida en la narcocasa de Vilagarcía

Serxio González Souto
serxio gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

CEDIDA

La población flotante del maltrecho número 4 de Os Duráns malvive entre adicciones, basura y techos que amenazan con venirse abajo

23 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La apariencia de la puerta que da acceso al número 4 de la calle de Os Duráns, en Vilagarcía de Arousa, no presagia nada positivo. Esta vivienda unifamiliar se encuentra bajo el foco de la Comisaría del Cuerpo Nacional de Policía desde hace al menos un año, cuando los vecinos del barrio comenzaron a alertar del movimiento que había adquirido una edificación abandonada de una sola planta que, en algún momento, pasó a manos de una promotora inmobiliaria. Por ahora, únicamente para mantenerla cerrada. Que sus contraventanas estén plegadas no impide, sin embargo, el acceso a su interior. De hecho, el lugar está habitado por un número indefinido de personas, no siempre las mismas, entre las que el manejo y consumo de sustancias psicotrópicas es frecuente. Por algo se ha ganado el apelativo de narcocasa. El informe que la policía redactó a raíz de una de sus últimas visitas, a finales del mes pasado, describe un panorama poco menos que desolador.

El equipo del inspector jefe Luis Hombreiro refleja en un documento sus conclusiones acerca del número 4, que incluyen observaciones sobre el avanzado deterioro que presenta el edificio en sí. El informe fue entregado a los responsables municipales, que se basan en él y en las apreciaciones de los servicios municipales de Urbanismo y Medio Ambiente para solicitar al juzgado que ordene el desalojo de la narcocasa. Ravella está ultimando los detalles de una petición que debe estar bien fundamentada para poder prosperar. No obstante, fuentes del Concello subrayan que, al margen de su intervención, la vía más rápida y directa para conseguir este objetivo pasa por que la propiedad, en este caso la promotora en cuestión, lo reclame. Por eso, de forma paralela, el gobierno local instará de nuevo a la empresa a que tome cartas en el asunto.

Consumo y trapicheo

La información de la que disponen Ravella y la Comisaría permite imaginar cómo es la vida en el interior de la narcocasa, más allá de los altercados y las broncas de los que se queja un vecindario cansado de tanto lío. La actividad fundamental que se desarrolla entre sus paredes tiene que ver con el consumo de sustancias, aderezado con una elevada probabilidad de que se esté trapicheando, aunque este punto en concreto debe ser demostrado.

Las adicciones de varios de sus inquilinos no constituyen, en cualquier caso, ningún secreto. Conforman un grupo variable, cuyo número puede oscilar entre las nueve y las catorce personas. La afluencia es continua, y quienes entran en la vivienda pueden permanecer en ella desde algunas horas a días enteros.

Mónica Irago

La forma en la que lo hacen da que pensar, ya que un simple vistazo desde el exterior, en los momentos en los que la puerta de acceso permanece abierta, es suficiente para comprobar que hay techos a punto de venirse a bajo. Las paredes no corren mucha mejor suerte, y los cascotes son la nota dominante en varias de sus dependencias. La falta de limpieza y de un mínimo mantenimiento conduce a lo que cabría esperar: una situación de hacinamiento absolutamente insalubre entre montones de basura y desechos.

La pequeña huerta posterior asociada a la vivienda merece un capítulo aparte. Como quiera que esta carece de abastecimiento de agua corriente, sus habitantes deben utilizar el patio para hacer sus necesidades. El resultado es, de nuevo, desalentador. Matorrales y maleza crecen libremente en él, abonados por los excrementos de los inquilinos. No es extraño que, en estas circunstancias, se haya detectado la presencia de roedores en esa parcela externa de la narcocasa, con los riesgos que algo así entraña para la salud pública.

Para colmo de males, la vivienda se enclava junto a una esquina plagada de edificaciones abandonadas. Hasta media decena, algunas en venta, otras no, que constituyen otro potencial foco de nuevas ocupaciones del mismo estilo. De hecho, semanas atrás alguien accedió al interior de otro inmueble. Los vecinos lo frenaron, al alertar a la policía.