El ladrón de sombrillas

Antonio Garrido Viñas
Antonio Garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

MONICA IRAGO

El maestro Alonso de la Torre nos tuvo cerca de un mes, allá por el año 92 del pasado siglo, pendientes de lo que pasó de ser una anécdota a un culebrón

18 jun 2020 . Actualizado a las 05:05 h.

El maestro Alonso de la Torre nos tuvo cerca de un mes, allá por el año 92 del pasado siglo, pendientes de lo que pasó de ser una anécdota a un culebrón. ¿Quién le robaba el periódico a Raúl, el de Foto Centro, cada domingo? Aquello provocó un auténtico revuelo en las conversaciones de los bares, y en las cajas de los supermercados, porque el ladronzuelo era bueno. Y exquisito. Solamente se llevaba La Voz y le dejaba a Raúl el suplemento para que se entretuviera durante la semana. Llegaron a montarse varios dispositivos. El primero, que Alonso bautizó en una de sus fantásticas columnas como «Raul007 contra Milcaras», tuvo un despliegue inaudito para la época, con la participación incluso de una cámara de vídeo. Pero fracasó el detective en el empeño: «La actuación del chorizo del diario quedó perfectamente grabada en el vídeo. Pero surgieron dos problemas. Uno, menor: el ladrón, por primera vez, se llevó también el suplemento. Otro, grave: por más que vieron y requetevieron la grabación, por más que la pasaron a cámara lenta, por más que ampliaron la faz siniestra del jubilado cleptómano... no consiguieron adivinar su personalidad», escribía José Ramón.

Con el asunto audiovisual descartado, hubo que recurrir a la heroicidad individual, esconderse un domingo en Foto Centro armado de un termo de café y un carro de paciencia y esperar al ladrón de periódicos, que apareció a las 9.30. Se llevó el ejemplar, pero uno de tres días antes. Y se llevó también la vergüenza de que se supo quién era gracias a esa labor de investigación.

Ahora ha reaparecido otro ladronzuelo, pero mucho más chusco. Actuó hace unos días en la terraza del bar Diurno, también en la zona de A Baldosa. En su caso, para llevarse una sombrilla. Al parecer lo había intentado antes con una del Stocokholm, que está enfrente, pero no pudo. Así que, herido en su orgullo, se fue a la acera de enfrente. Allí sí que la cargó a hombros y se la llevó. Pero no tuvo en cuenta que las cámaras ahora son mejores que hace treinta años. Y a este lo han pillado a la primera. No tendremos culebrón. Solo a un tonto.