«Le disparé en una pierna y ante mi sorpresa, lejos de calmarse, se revuelve más»

Alfredo López Penide
LÓPEZ PENIDE PONTEVEDRA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

CAPOTILLO

El Nani de Vilagarcía se sentó en el banquillo de la Audiencia

25 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Le llevaban siguiendo bastante tiempo y consideraron que el 15 de septiembre del 2014 era el momento de intervenir. Agentes nacionales de Vilagarcía trataron de interceptar aquel día a Serafín Moares, el Nani, como sospechoso de trapichear con drogas.

Este emprendió la huida, saltó el muro de cierre de una finca y terminó por los suelos. Un agente explicó ayer en la Audiencia de Pontevedra le escuchó pedir auxilio, así como comprobó que «le costaba respirar», por lo que decidió descolgarse para socorrerle.

Escuchó tarde el grito de «cuidado» de su compañero. Notó «que me agarran el pie y me tiran al suelo. Me protejo como puedo». Comenzó entonces un forcejeo con el sospechoso, que se vio dificultado por el terreno, muy blando, y por la violencia que, al parecer, empleó el acusado y que el agente tachó de «inusitada».

Al rifirrafe se sumó el segundo policía y juntos consiguieron ponerle un grillete. En su declaración, el agente relató como Serafín, en ocasiones, «nos conminaba a parar, pero era para ganar tiempo, coger aire», ya que, acto seguido, les acometía de nuevo.

En una de esas, «me hizo una llave de yudo, me agarró por el cuello y consiguió tirarme». Fue la gota que colmó el vaso. El testigo explicó que, sin perder de vista al sospechoso y a su compañera, requirió más refuerzos. Desde esa distancia, vio como Serafín y el segundo componente de la patrulla se peleaban por la pistola reglamentaria de este último, si bien el cañón apuntaba directamente al policía. Considerando que corría riesgo la vida del policía: «Le disparé a la pierna y ante mi sorpresa, lejos de calmarse, se revuelve más». Efectuó un segundo disparo al aire, que «no es que le calme especialmente», pero permite que el segundo policía recupere el arma.

Tras practicar su arresto, Serafín les amenazó: «Tengo una recortada en casa». No lo negó, como sí hizo con el resto de imputaciones, pero vino a señalar que era lo mínimo que podía decirles a quienes le pegaron un tiro.