Valga y Vilagarcía acogieron multitudinarias concentraciones tras los asesinatos de Sandra, Alba y Elena
18 sep 2019 . Actualizado a las 23:10 h.Tres mujeres de Valga fueron asesinadas el lunes. El ex marido de una de ellas vació el cargador de su pistola no una, sino varias veces, contra Sandra Boquete, su hermana Alba, y la madre de ambas, María Elena Jamardo. Que tan terrible escena se desarrollase ante los ojos de dos niños acrecentó un horror ya insoportable. Era ese horror, era la pena acumulada, era la rabia contenida, lo que anoche se respiraba en la plazuela de Valga, donde cientos de personas secundaron la concentración convocada por el colectivo feminista O Refaixo da Carolina. Muchas de las personas que se dieron cita en ese acto llegaban, directas, desde el cementerio de Campaña, donde las tres mujeres asesinadas acababan de ser enterradas. Tanto allí, como en el auditorio de Cordeiro, donde se celebró el funeral, fueron los momentos del dolor desatado y descarnado. De las lágrimas desesperadas de la familia. De la pena escrita en todos los rostros.
Las demandas
En la plazuela también había pena. Se filtraba, una y otra vez, en la voz de la mujer que dio lectura al manifiesto. Y se reflejaba en el rostro de la mayoría de los participantes en la concentración. Pero allí había, además, determinación. Y una reivindicación clara: hacen falta «medidas reais e efectivas» para acabar contra la violencia machista. La que se llevó a Sandra, Alba y María Elena, aunque estas dos últimas no vayan a aparecer «nos rexistros do Estado». «O tempo de pedir xestos rematou. É o momento de conquistar realidades», seguía el comunicado al que se dio lectura. Y para ello hacen falta medios que ahora no hay. «O pacto de Estado asignaba este ano ao Concello de Valga 1.766 euros para a realización de reforzo dos servizos municipais, prevención, sensibilización... Unha cantidade de miseria», seguía el documento. Los recortes en sanidad, que dificultan la detección de casos de violencia, la necesidad de fomentar la igualdad y el respeto en las aulas, son solo algunos de los elementos reclamados en un manifiesto muy similar al leído en cerca de cuarenta ciudades de Galicia.
Emoción
Una de ellas fue Vilagarcía. En la capital arousana, además, intervino David Carrera, compañero de Alba Boquete en Amencer-Aspace. Su discurso fue emotivo y llenó de lágrimas los ojos de las personas participantes en el acto. Recordó que llevaba ocho años trabajando con Alba. «No había persona en el mundo que se esforzase más» por ayudar a los demás, aseguró. La joven, que estaba a punto de casarse, ha dejado huérfana a la familia de esta organización, que trabaja con personas con parálisis cerebral. «Yo de mayor quiero ser como ella», sentenció David, visiblemente emocionado.