Tami Prieto realiza sus cuadros a partir de elementos que llegan a las playas arrastrados por la marea
27 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Tami Prieto (O Grove, 1979) lleva el arte en las venas aunque siempre ha creído que eso de ser artista no iba con ella. Quizá se equivocaba. Esa equivocación la llevó durante un tiempo a enmarcar creaciones de otros o a trabajar para galerías aportando con su trabajo sobre las molduras un extra de creatividad, algo que a día de hoy continúa haciendo. De hecho, son muchos los artistas de toda la Península que le confían sus creaciones para que les dé el toque final. Lo hace desde 2016, cuando creó su propia marca de enmarcación creativa, Aura Noctis, un proyecto que no ha dejado de crecer, y que le ha dado el impulso necesario para apostar por su propio talento, que siempre ha estado ahí. A ello también ha contribuido, por supuesto, el colectivo Grovemakers, del que es socia fundadora, junto con otros siete diseñadores y artesanos. «Axudoume moitísimo a crer en min, a traballar doutra maneira e a prosperar», explica. «Non sabía o que eran as redes sociais, por exemplo, nin cómo facer para darlle visibilidade ao meu produto, iso descubrino grazas aos meus compañeiros». Y es que ella nunca creyó que sus piezas pudieran suscitar tanto interés, algo que ha ido constatando con el tiempo, gracias al apoyo también de una tienda colectiva en la que puede exhibir sus piezas.
Confiesa que su verdadera inspiración es la naturaleza, a la que siente muy ligada. De hecho, la conexión con el entorno es tal, que cuando necesita despejarse se retira a respirar hondo a lugares inhóspitos, donde árboles y plantas aportan la paz necesaria para sobrellevar el estrés mundano. Y ese respeto enorme por cuidar el planeta en el que vivimos, hace que cada vez que acude a la playa se dedique a recoger la basura que el mar trae hasta la orilla. Es en ese momento comienzan a gestarse sus obras. Le gusta hacer composiciones, sobre todo, con la materia arrastrada por las mareas: madera, piedras o azulejos pulidos, naturaleza muerta, caparazones de crustáceos, algas o conchas que se esconden bajo la arena. Con ellos consigue colecciones dignas de admiración, que además visten cualquier estancia. Los relieves que realiza con algas, corales, esponjas y conchas son espectaculares. Son sus obras más orgánicas. De ello dan fe muchos clientes que se los han llevado al otro lado del Atlántico, algo de lo que se siente muy orgullosa.
Pero no todo lo que hace tiene como eje central el mar. Su colección «Sulejos», realizada con trozos de baldosas pulidas por la salitre, exhalan armonía, como si fuesen «chakras» cuidadosamente colocados. Pero sus creaciones, asegura, tienen por encima de todo, un componente onírico: «Intento plasmar aquilo que pasa polos meus soños», dice. Es por ello que en ocasiones interviene los materiales recogidos. A los trozos de baldosas les aplica una técnica de degradado de color para poder crear lo que su mente ya observó mientras dormía, a las composiciones marinas les añade estrellas de mar que fabrica a partir de resina mineral. Trabaja con pan de oro para actuar sobre conchas o hojas secas, porque le encanta el renacimiento y el barroco «con esos dorados tan característicos», así que lo de experimentar con el kintsugi, una técnica ancestral japonesa, le pareció una buena manera de hacer cosas nuevas.
Tiene tantas ideas que quiere seguir creciendo. «Sei que non se pode vivir de ser artista, pero tampouco vou deixar de facelo», dice, consciente de que para salir adelante como autónoma necesita seguir con el pluriempleo. Y a pesar de que tiene que echar muchas horas, no descarta ampliar fronteras, para hacer llegar sus obras a otros rincones del planeta.
Esa necesidad por darle visibilidad a sus cuadros le ha llevado, precisamente a introducirse en los circuitos de exposiciones, una idea que quiere seguir ampliando de cara al próximo invierno, cuando seguramente sorprenderá con nuevas creaciones.