El fuego devora Xiabre y Armenteira

La Voz VILAGARCÍA / LA VOZ

CATOIRA

Vecinos de Meis tratan de salvar sus viviendas con cubos de agua entre desalojos, mientras el enlace de Catoira y la AP-9 queda cortado y el lugar de Coaxe tiene que ser evacuado

16 oct 2017 . Actualizado a las 19:39 h.

Qué conveniente es, en tantas ocasiones, quedarse callado. Alguna fuente de la Xunta se permitió, este fin de semana, alabar los dispositivos desplegados contra el fuego, habida cuenta de que la superficie quemada, este verano, había descendido considerablemente con respecto a años anteriores. Bastaron dos horas para echar por tierra cualquier discurso complaciente y desvelar la cruda realidad: que Galicia arde por los cuatro costados en cuanto las condiciones son propicias para ello. El viento comenzó a levantarse a eso de las ocho de la tarde. A esa hora llegaban noticias de un par de focos que parecían poca cosa en Saiar. Donde siempre. Prácticamente cada año sucede lo mismo sin que, a la vista están los resultados, se tomen cartas en el asunto. Lo que semejaba un problema menor pronto se convirtió en un infierno. Las llamas ascendían, devorando la ladera este de Xiabre como si fuese paja. La única novedad, esta vez, residió en que, en lugar de dirigirse a Vilagarcía, lo hicieron a Catoira. A las once, la carretera de enlace con la AP-9, la EP-8001, quedaba cerrada al tráfico mientras el fuego cercaba la planta de aglomerados de Covsa. Toda la comarca envuelta en una nube de humo.

Desde Caldas de Reis, el espectáculo era dantesco. En el centro de Vilagarcía el humo apestaba. El servicio de Emerxencias e Protección Civil de la capital arousana apoyaba a sus compañeros allá donde podía. La prioridad, pasada ya la medianoche, evitar que el fuego pasase por encima de núcleos habitados en Catoira. Por lo pronto, el lugar de Coaxe tuvo que ser desalojado para evitar males mayores.

Prácticamente al mismo tiempo, a las ocho de la tarde, se iniciaba otro fuego en Fofán (Meis). El incendio se extendió como una exhalación hacia Cabeza de Boi, donde llegó a cercar varias casas. El alcalde se preguntaba qué demonios sucede para que cada año el monte comience a arder en el mismo lugar. Una de las casas se vio completamente rodeada por las llamas. Sus propietarios, una pareja de ancianos, habían sido evacuados minutos antes.

Muy cerca de allí, los vecinos ayudaban a retirar los animales, cabras y un cerdo, de un galpón cuyo tejado era lamido por el fuego. En una tercera vivienda, los propietarios empleaban cubos para vaciar el agua de su piscina y tratar de frenar la catástrofe, así, a caldeiros, con lo que había a mano, mientras las llamas llamaban a su puerta y los bomberos se empleaban a fondo en las inmediaciones. Pronto, el cambio del sentido del viento provocó que el fuego virase hacia Castiñeiras, cuyos vecinos observaban, atónitos, su avance.

Dantesco espectáculo a la una menos cuarto de la madrugada. Dimo asediado por el fuego. Armenteira tres cuartos de lo mismo. La gente descendiendo de sus automóviles en Saiar, junto a la rotonda en la que suelen aparcar quienes comparten coche para circular por la autopista, para contemplar el avance imparable del fuego. En frente, perfectamente visible desde Vilagarcía, la sierra de Barbanza se llevaba también lo suyo. Llueve ceniza.