Un café en el bar Mickey

José Ramón Alonso de la Torre
José Ramón Alonso de la Torre REDACCIÓN / LA VOZ

AROUSA

ADRIÁN BAÚLDE

Una exposición conmemora 140 años de La Voz de Galicia y 35 de La Voz de Arousa

28 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace 140 años, un 4 de enero de 1882, nacía La Voz de Galicia, un periódico de cuatro páginas, como la mayoría de los que circulaban entonces y circularon después por las regiones de aquella España convulsa y llena de noticias. Recuerdo haber comprado en 1982 el ejemplar que conmemoraba el centenario de La Voz en una tiendecita de periódicos que había al principio de la calle Romero Ortiz.

Mi placer favorito entonces y ahora, el que identifico con el descanso y la vacación, era comprar La Voz el sábado por la mañana, dar un paseo por el mercado con ella debajo del brazo y acercarme después al café España, ya cerrado como la tiendecita de periódicos, sentarme en una de las mesas pegadas a la cristalera, leer La Voz, levantar de vez en cuando la vista y fijarme en la calle, en la gente, en el trajín matinal de los sábados. Era una reconfortante experiencia que me ayudaba a reflexionar y a entender Vilagarcía.

Era muy joven, 24 años tenía, no sabía conducir, tampoco sabía escribir a máquina y pensaba que esas dos destrezas eran complicadas, casi imposibles para una persona con una sola mano. Pero bueno, esas no eran mis preocupaciones, lo que de verdad me interesaba era convertirme en un vilagarciano más en una ciudad a la que había llegado por azar, tras sacar una oposición y haber consultado un libro de fotografías turísticas. Estaba haciendo una especie de erasmus interior antes de que existieran los erasmus europeos.

Pasaron los años, me hice tan de aquí que acabé en el comité ejecutivo de Fexdega y Quico Redondo, que era entonces su presidente, me encargó de las relaciones con la prensa. Así que cada día escribía una nota con las novedades que sorprenderían a los vilagarcianos en la feria de muestras más importante de Galicia y la enviaba a los periódicos. Y así llegamos al mes de julio de 1986. Acababa de terminar Fexdega, yo volvía a casa tras hacer algunos recados cuando me encontré por la plaza de España con el delegado de La Voz de Galicia en Vilagarcía, Julio Fariñas. Me invitó a tomar un café en el mítico bar Mickey y me propuso escribir de vez en cuando una columna en las páginas de La Voz. Acepté entusiasmado y, esa misma noche, la aparición de la tuna debajo de casa para rondar a una vecina me inspiró para escribir una columna que se publicó con el cliché de Perlas Arosanas y con la firma como seudónimo de E.T.

Y ya no he parado de escribir. La Voz me acogió como columnista hace 36 años y aquí sigo. Aunque no solo me acogió como escritor, sino que también supuso un acicate para aprender a conducir en la autoescuela Gago y para comprar un ordenador en la plaza de Ravella, muy cerca de donde hoy está la delegación de La Voz de Galicia. En aquel aparato prehistórico, que luego regalé a un coleccionista, aprendí a escribir a tanta velocidad con una sola mano que cuando mi madre me ve teclear, cree que su hijo es un prodigio de la naturaleza.

Así que le debo a La Voz ser columnista, conducir automóviles y escribir a máquina. Porque lo de ser columnista era algo que nunca había imaginado. Me gustaba escribir redacciones en el colegio, pero desde que mi profesor de Lengua me presentó al concurso de redacción de Coca-Cola y no gané nada, decidí que aquello no era lo mío y lo descarté de por vida. Además, mi profesor de Lengua, don Emiliano, también era manco, mis compañeros creían que era mi padre y decían que me habían seleccionado para lo de Coca-Cola porque estaba enchufado. En resumidas cuentas, descarté lo de escribir hasta que Fariñas y La Voz me rescataron.

Un estilo propio

Es lógico, en fin, que esté tan agradecido a La Voz que la exposición que estos días se puede ver en la plaza de Galicia de Vilagarcía sea una fuente de emociones y recuerdos de gran intensidad. Y no solo para mí, sino para todos aquellos arousanos que se informan cada día gracias a este periódico que, desde hace ya 35 años, cuenta con edición propia en la comarca. Y les aseguro que es una edición tan bien escrita y con un estilo tan propio que cuando leo en casa algún titular y pregunto de qué periódico es, inmediatamente saben si es de la edición de La Voz de Arousa o si es de algún otro periódico local, regional o nacional.

Cuando escribí aquel artículo sobre la tuna o el siguiente, titulado Baldosa Vice, en el que ya transmitía las reflexiones nacidas al compás de aquellas mañanas de sábado tras las cristaleras del café España, La Voz estaba justo debajo de mi casa, en la calle Vicente Risco. Allí había tenido su corresponsalía el histórico Monedero, allí empezaron Juanma, Mercedes y Julio a editar las páginas arousanas y desde allí salía Jorge García hacia la estación de ferrocarril para entregar sus fotos al maquinista del tren correo, que las llevaba hasta A Coruña. Fue una época inolvidable, que ahora se puede revivir admirando esta exposición sobre 140 años de La Voz de Galicia y 35 de La Voz de Arousa.

Leer La Voz en el café España era una buena manera de entender Vilagarcía

En Vicente Risco tuvo su corresponsalía durante años el histórico Monedero