La mítica cafetería vilagarciana del barrio de San Roque celebra su medio siglo de vida
14 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Domingo. Veinticinco de julio del año 1993. Seis y media de la madrugada. O siete, vaya usted a saber. Una cafetería del centro de Vilagarcía rebosa actividad. A sus puertas, dos o tres coches subidos a la acera con las luces de emergencia encendidas. Sus ocupantes tienen suerte. Ellos han podido bajar en coche desde Banana -la discoteca anteriormente conocida como Kavila-, los demás, básicamente lo hicieron en el coche de San Fernando. El estómago aprieta, pero allí estaba El Peñón. Con sus sofás, sus raciones de patatas fritas y sus bocatas de jamón asado con queso, con ese pan de Mercadona que llegó a Vilagarcía antes de que Mercadona existiese.
El Peñón cumple cincuenta años. Para cuando Kavila abrió sus puertas ya había cruzado la mayoría de edad, ya tenía muchas batallas en su haber. Fue José Lema, antiguo camarero en la cafetería California -otro mito en la hostelería vilagarciana- quien la abrió en el año 1969.
Lo primero que hay explicar es lo del nombre. No amigos, el nombre no viene por el Peñón de Gibraltar. Somos ingleses, pero no tanto. La razón hay que encontrarla allende los mares. Un cuñado de José había emigrado en busca de fama y fortuna a Venezuela, y cayó en el Peñón, pero en el de Venezuela, localidad situada en el estado de Sucre y con una población de unos 54.000 habitantes según nos cuenta la Wikipedia. Regresó y se estableció en el barrio de San Roque. José dejó el California, comenzó a trabajar en El Peñón y acabó quedándose con él. Y convirtiéndolo en una referencia innegable de la hostelería vilagarciana. En El Peñón se ponía en vídeo el partido de cuando el Arousa consiguió el ascenso en Olot. Y la gente lo celebraba como si lo estuviera viendo en directo
Hay multitud de leyendas urbanas sobre El Peñón. Es cierto que allí sucedieron incidentes de lo más estrambótico, como cuando en 1994 un cliente al que habían echado dos veces del local decidió que él iba a entrar por sus narices y lo hizo con su coche, destrozando la terraza y parte de la cristalera. Era la Vilagarcía de los 90, en las que un coche, para algunos, valía menos que el orgullo herido. También es verdad que la práctica totalidad de los grandes personajes de Vilagarcía pasaron por allí, donde siempre había a disposición de quien lo quisiera, un trago, un naipe y una columna de humo a la que abrazarse.
Hace unos días, menos de un mes, se cumplieron siete años de la muerte de José. Desde entonces es su hijo quien ha asumido la propiedad de un local que sufrió, como el mejor directo a la mandíbula de aquellos combates de Mike Tyson que solamente se veían allí en Vilagarcía de madrugada, el impacto de la crisis. La general, y la personal, de la que también intenta salir a flote. Toca pelear contra las habladurías para intentar sacar la boca del pozo tras algunos años caminando en el lado oscuro. El viernes por la tarde, desde luego, no se estaba nada mal por allí. Una cervecita fresca y una mejor conversación, porque en El Peñón siempre hay conocidos con los que poder recordar batallitas.