Una futura restauradora que da pánico

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

AROUSA

Ángela González

En un guiño a Castelao, hizo protagonista de un corto a un esqueleto que recuerda al de «Un ollo de vidro»

09 nov 2017 . Actualizado a las 07:46 h.

Denle un trozo de plastilina y moverá el mundo. Quizás sea una exageración, pero lo cierto es que Ángela González García, una joven de Barro, ha sabido sacarle partido a un pequeño taco de plastilina de color blanco. Con ese único material y la tecnología empujando fuerte sacó de su imaginación una diminuta película de animación que le valió el primer premio en el concurso de cortometrajes con móvil D-Medo, que un año más convocó el Concello de Barro con motivo de Samaín. La temática era el miedo y Ángela convenció al jurado con un trabajo, titulado Rem, sin más sonido que una música tenebrosa, que camina entre el terror que suelen provocar los esqueletos y el humor de que uno de ellos se despierte tan tranquilo. Cuenta ella que hay un guiño total a Castelao en el trabajo, ya que se inspiró en el esqueleto que protagoniza Un ollo de vidro. Con la excusa del premio, se aprovecha para conversar con Ángela en un sitio donde se siente como pez en el agua, la Escola Superior de Conservación e Restauración de Bens Culturais de Galicia, en la que cursa ya el último año de la titulación. Allí recibe ella con su plastilina, con la que enseguida arma un esqueleto idéntico al del cortometraje. No lo dice. Pero está nerviosa porque la pasta blanca tintinea algo en sus manos.

Ángela tiene ahora 22 años. De niña pensaba que de mayor sería piloto de aviones. Pero pasaron los años y fue descubriendo que el arte iba con ella. Fue descartando opciones y finalmente pensó en estudiar Bellas Artes. Pero un día, cuando cursaba el bachillerato en A Xunqueira, acudió de visita a la escuela de restauración y decidió que su sitio estaba allí. Cree que acertó con su elección. A punto de finalizar la titulación, no deja de abrazar sueños, como el de ganarse la vida restaurando pinturas. Uno le pide que sueñe a lo grande, que se imagine poniendo su talento sobre una gran obra. Y Castelao vuelve a salir a la palestra. Dice que le encantaría restaurar, por ejemplo, una pintura de don Daniel en la que aparece una iglesia románica.

Voluntaria en la biblioteca

Natural de Barro, está ligada desde hace tiempo a la vida cultural del municipio. Por ejemplo, fue y es todavía cuando los estudios se lo permiten, voluntaria de la biblioteca. Hasta allí iba tres días por semana para hacer actividades con los niños, desde familiarizarlos con el arte que a ella tanto le tira hasta contarles cuentos. De esa experiencia extrajo como conclusión que tenía que hacer el curso de monitor de tiempo libre. Lo pasó y acabó trabajando un tiempo en una ludoteca.

Ya con el instituto terminado, concentró sus esfuerzos en la restauración. Y en eso está. Suele apuntarse a concursos de postales, de fotografías, así que le pareció apetecible también el certamen de cortometrajes. Empezó a pensar en ligar la literatura a su corto y Castelao vino a su mente. Finalmente, no llegó a incluir un libro. En el minuto y medio de producción redujo todo a la aparición de figuras de plastilina. «Quixen facer como o proceso da vida ao revés, o vexetal que se converte en figura humana, en esqueleto, e despois que se levanta como si tal cousa, así metendo un pouco o humor», señala. La realidad, que siempre va por delante de la ficción, quiso que Ángela se llevase un buen susto justo el día que iba a recoger su premio por el cortometraje de miedo. Tuvo un accidente de coche y no pudo acudir al acto en el que fueron entregados los galardones. El susto ya pasó. Queda el miedo ficticio que sale cada vez que se visiona su vídeo.