El Auga que embota los sentidos

Rosa Estévez
Rosa Estévez VILAGARCÍA

AROUSA

San Roque se contagió del entusiamo de la multitud que lo acompañó en procesión

17 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Cualquiera que visite Vilagarcía un 16 de agosto sabe que la Festa da Auga suena. De lejos se percibe un rugido amortiguado. De cerca, es una mezcla de gritos, de música a todo volumen, de cánticos, de silbatos. La Festa da Auga también sabe: a cerveza, a callos, a bocadillos devorados de pie, en cualquier esquina. Pero la fiesta se vive, sobre todo, por la piel, que se empapa primero y se seca después, al calor del sol que brillaba en lugares como la plaza de A Independencia, ayer menos concurrida que en otra ocasiones.

Pero vayamos paso a paso. Empecemos a las puertas de la iglesia parroquial, donde la muchedumbre aguarda impaciente la salida del santo. «Si hasta baila San Roque, qué divertido», decía una mujer que vivía su primer 16 de agosto en Vilagarcía. A su lado, unos niños de corta edad se apuntaban con sus pistolas de agua. «¿Podemos disparar ya?», preguntaban. No, le respondían. No hasta que el santo esté a cubierto en su capilla de San Roque. Pero la tentación es demasiado grande para los chavales. Y para algunos adultos: desde las ventanas de la calle San Roque llovía agua antes de que se diese lectura al pregón. Cuando el santo pasaba junto a la gasolinera, al ritmo de la banda de música, un crío lo apuntó con su pistola y disparó a lo alto. Sin piedad. Rugió una ola de indignación. Hubo abucheos. Al santo, señores y señoras, niños y mayores, no se le moja. A ver si para el año todos aprendemos de una vez esa lección.