La grandeza de ser segundo

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

Gustavo César Veloso era el más fuerte de la ronda lusa pero nunca atacó al líder, que era su compañero de equipo

09 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Aunque es difícil de entender cuando te sucede, a veces cuando pierdes ganas. Ganas en el plano personal y eso es lo que demostró Gustavo César Veloso en la Vota a Portugal, que concluyó el domingo. El ciclista arousano era el más fuerte del pelotón, pero las circunstancias de la carrera colocaron a su compañero Rui Vinhas en lo más alto de la clasificación general final. Y el de Bamio respetó la decisión, pese a que perjudicaba sus intereses.

el origen

La fuga bidón. Todo comenzó en la tercera etapa. Una de las llamadas de transición, en la que no debería suceder nada importante pero en la que se formó una fuga importante en la que los escapados acumularon una diferencia considerable. Entre los fugados, Rui Vinhas, uno de los gregarios del W52 Porto y además buen escalador. El equipo de Veloso no tenía por qué acabar con la fuga. El gran perjudicado era el Efapel, que fue quien redujo la importantísima diferencia hasta el margen de los cuatro minutos.

el respeto al líder

Solo pellizcos, nunca ataques. La situación del W52 Porto tras esa etapa era idónea. Tenía al líder y a un lugarteniente, Veloso, ideal para responder a cualquier ataque. El de Bamio ya había dado pistas de que era el más fuerte -había quedado a once segundos del ganador en el prólogo pese a pinchar- pero tocaba trabajar para el líder. Respetar al nuevo líder. Y eso hizo. Comenzó a arañar segundos en las metas volantes y también en las llegadas, pero sus demarrajes llegaban siempre en el último kilometro. Terroríficos. Demostrando que era el más fuerte. Así ganó la cuarta y la sexta etapa -las dos más duras- pero esos ataques in extremis no valían para cercenar la diferencia con la velocidad suficiente. Tras cada victoria, el mismo discurso. Gustavo insistía en que atacaba al final para no perjudicar al líder. La fortaleza del de Bamio le permitía incluso lanzarse a preparar la llegada al esprint en la séptima etapa para su compañero Samuel Caldeira. Pasaban las etapas y cada hoja del calendario era una oportunidad menos. Quedaba la última, pero ¿sería suficiente?

el desenlace

Vinhas no falló. La tarea no era fácil. Solo treinta y dos kilómetros para dos minutos y medio. Gustavo no tiraba la toalla pero también conocía de buena tinta las fuerzas extra que dan el maillot de líder. Y conocía el buen estado de Rui Vinhas, con el que había compartido preparación. El de Bamio lo intentó pero no hubo suerte. Los primeros parciales confirmaron lo que se preveía. Rui aguantó y él acabó segundo. Pero qué gran segundo.