El relevo al maestro chino -de 21 añitos- se lo dio Marta Looz, de la ONG Live to love. Esta profesora de yoga tibetano es una estudiosa de la cultura oriental y vivió varios años en distintos monasterios del Tíbet. De hecho, es discípula de dos lamas del linaje del dragón, así que su presencia ayer en el instituto de Valga estaba más que justificada.
Marta habló a los rapaces sobre cómo se ve el mundo desde la otra esquina. Les contó a los estudiantes valgueses que los niños del Nepal hablan a la perfección el inglés, y que los monjes del Tíbet -que se levantan a las cuatro de la mañana- «teñen moi traballado o seu interior». Son pozos de sabiduría, relató, que «as veces soltan unha frase e te deixan pensando todo o día». Su discurso consiguió despertar el interés de los estudiantes, que se lanzaron a hacer preguntas. Luego llegó la hora de entrar en acción. Marta se llevó a todos los alumnos de segundo de la ESO al gimnasio y les enseñó cinco movimientos de yoga tibetano. Desde la postura de cómo el ganso bebe agua, hasta la de cómo los yak refrescan su lomo. Después de que los chavales realizasen tan particulares estiramientos llegó el plato fuerte de la mañana: Marta desenfundó una espada tibetana y les enseñó los movimientos del dragón. Les aseguro que fue espectacular. De película.