Clase práctica de caligrafía china y espadas tibetanas

AROUSA

MARTINA MISER

24 ene 2015 . Actualizado a las 04:50 h.

En la tierra de Jianjeé Huang hace un frío que pela. A estas alturas, en su remota ciudad del norte de China, el termómetro está a bastantes grados por debajo del cero. Así que Valga, que ayer amaneció blanqueada por la xiada, debió de parecerle a este jovencísimo estudiante un paraíso tropical. Jianjeé Huang se había acercado al instituto de esta localidad no para recibir clase, si no para impartirla. En la biblioteca del centro se vio cara a cara con los alumnos de segundo de la ESO, a los que dio toda una lección sobre su país y la importancia que el dragón tiene en sus tradiciones.

Semejante materia no suele ser objeto de estudio en España. Sin embargo, los alumnos del instituto de Valga forman parte, junto con los de otros diez IES de Galicia, del «Proxecto Dragal». Se trata de un programa para incentivar el gusto de los estudiantes por zambullirse en el mundo de los libros. Y en esta ocasión, el reclamo es la trilogía A herdanza do dragón, de la escritora Elena Gallego. Partiendo de la lectura de esas obras, el instituto se ha volcado en la investigación de todo lo que tiene que ver con esos seres alados, escamosos y capaces de quemar el mundo solo con su aliento.

Los chavales llevan meses trabajando. Ayer, como recompensa, vivieron una maña especial. Primero Jianjeé Huang les contó de la importancia del dragón en China. El joven les dejó, de regalo, un poema escrito en los enrevesados caracteres orientales. A él no le costó trabajo alguno ese ejercicio: es premio nacional de caligrafía china antigua, un arte cada vez más desconocido para sus compatriotas. «A mí me lo enseñaron mis abuelos, practicaba todos los días», explicaba el joven profesor, que está en Santiago estudiando, a la vez, varias filologías.

El relevo al maestro chino -de 21 añitos- se lo dio Marta Looz, de la ONG Live to love. Esta profesora de yoga tibetano es una estudiosa de la cultura oriental y vivió varios años en distintos monasterios del Tíbet. De hecho, es discípula de dos lamas del linaje del dragón, así que su presencia ayer en el instituto de Valga estaba más que justificada.

Marta habló a los rapaces sobre cómo se ve el mundo desde la otra esquina. Les contó a los estudiantes valgueses que los niños del Nepal hablan a la perfección el inglés, y que los monjes del Tíbet -que se levantan a las cuatro de la mañana- «teñen moi traballado o seu interior». Son pozos de sabiduría, relató, que «as veces soltan unha frase e te deixan pensando todo o día». Su discurso consiguió despertar el interés de los estudiantes, que se lanzaron a hacer preguntas. Luego llegó la hora de entrar en acción. Marta se llevó a todos los alumnos de segundo de la ESO al gimnasio y les enseñó cinco movimientos de yoga tibetano. Desde la postura de cómo el ganso bebe agua, hasta la de cómo los yak refrescan su lomo. Después de que los chavales realizasen tan particulares estiramientos llegó el plato fuerte de la mañana: Marta desenfundó una espada tibetana y les enseñó los movimientos del dragón. Les aseguro que fue espectacular. De película.