La calle de los bares está en As Pistas

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

Los bares y terrazas del barrio de O Piñeiriño tienen una notable actividad durante todo el día.
Los bares y terrazas del barrio de O Piñeiriño tienen una notable actividad durante todo el día. m. irago< / span>

Siete establecimientos pugnan por la clientela en la rúa Camilo José Cela

14 sep 2014 . Actualizado a las 06:52 h.

Diez de la noche del pasado martes. Día sin fútbol televisado. Seis de las mesas del café-bar Nautilus están ocupadas, con una media de cuatro personas cada una. La barra también guarda una notable actividad.

Diez de la mañana del pasado miércoles. La terraza del Café Cocktail está prácticamente ocupada en su totalidad por los progenitores de los chavales que ese día regresaban al colegio.

Son dos estampas de la calle Camilo José Cela de Vilagarcía. La principal del populoso barrio de O Piñeiriño y donde hasta siete establecimientos hosteleros pugnan por atraer a la clientela. Es difícil encontrar alguna otra rúa con semejante proliferación de locales.

Miguel Ángel González es el propietario del Nautilus, local que cumplió cinco años en el pasado mes de mayo. Tiempo suficiente para que su opinión sirva como voz autorizada para hacer un diagnóstico de la situación. Para empezar, sostiene Miguel Ángel que la proliferación de establecimientos puede deberse a que las costumbres de los vecinos del barrio están cambiando. Y pone como ejemplo la noche del Combate Naval. Lógicamente, muchos habitantes de O Piñeiriño bajaron a Vilagarcía para ver el espectáculo, pero no se quedaron en el centro a tomar el café de después, regresaron a las cafeterías de su barrio y «á unha da mañá, cando xa estabamos pensando en pechar, encheuse», recuerda. No es el primer año que sucede algo parecido, afirma el hostelero.

¿Por qué los vecinos de As Pistas han empezado a decidirse por quedarse en su barrio para tomar algo a la hora del vermú o para ver el partido televisado de turno? Probablemente, al margen de por la comodidad, por la calidad, y cantidad, de las tapas. Solo hay que darse una vuelta para comprobarlo. Las patatillas y las aceitunas son únicamente el complemento de una oferta variada y que se extiende por todos los establecimientos.

Miguel también lo tiene claro. La clave del éxito de su establecimiento reside en los fogones de su mujer María. Lo tiene tan claro que ahora lamenta no haber hecho la cocina más amplia cuando emprendió las obras para abrir su local. «Sabe o que lle gusta a cada cliente e ponlle o pincho que prefire», dice de ella. Y varía. Regresemos a la noche del martes: costilla guisada con patatas fritas con la primera consumición, un par de tostas coronadas con un lomo a la plancha cubierto por queso fundido con la segunda. Raxo con patatas fritas con la tercera. Y así podríamos estar toda la noche. «Bota moitas horas aquí», asegura refiriéndose a su mujer.

¿Y hay margen para todos? «Home, eu non me fixo nos demáis. Aquí vaise traballando», afirma Miguel. Él, que es uno de los muchos que marchó emigrado a Suiza siendo un chaval y recién casado, dice sin embargo que si pudiera volvería a hacer las maletas para regresar a un país que define como mucho más organizado. Y cuenta una anécdota clara. «Ó principio de chegar alí, cando ías ao concello a tramitar algún papel buscábanche alguén que falara italiano para facilitarte as cousas. Aquí mátannos a impostos», afirma.

¿Hablamos de las fiestas de San Roque? «¿Que festas?. Aquí non houbo nada», dice. Y tiene razón, claro. Por no haber, ni una guirnalda de alumbrado que las recordara.