La mayoría de nuestros visitantes contaban con lluvia,«pero no tanta»
31 mar 2013 . Actualizado a las 07:00 h.María, una turista madrileña, se impacienta mientras sus amigos se colocan y se vuelven a colocar frente a la capilla de las conchas de A Toxa para hacerse unas fotos de recuerdo. El grupo, formado por madrileños y lucenses a partes iguales, lleva desde el jueves en la isla grovense. «Pero con el tiempecito que hizo apenas pudimos salir», nos cuenta. Cuando eligió las Rías Baixas como lugar de vacaciones «tenía claro que algo de lluvia íbamos a coger... ¡pero no tanta!». Así que ayer, con el sol brillando tímidamente, se lanzaron «a aprovechar un poco antes de que empiece a llover de nuevo» y a pasear por unos jardines, los de A Toxa, donde el agua ha dejado su huella en charcos y gravas desarrapadas.
Entre esos charcos camina una pareja de O Barco. Recién llegados a A Toxa aseguran que «quien viene a Galicia ya sabe lo que se va a encontrar». Y quizás por eso, por la certeza anunciada en todos los telediarios, este año a Galicia ha venido menos gente de la que al sector hostelero le gustaría. «Está todo muy parado. Llevamos un año de mucha agua, desde noviembre no para de llover», dice un camarero desde detrás de la barra de un bar de O Grove. En una tienda de objetos de regalo para los visitantes la impresión es la misma. «Muy flojita la Semana Santa, muy flojita. Pero no sé si es por la lluvia o por la crisis», dice su propietaria mientras recoloca algunos suvenires.
Sus compañeros de negocio parecen tener claro que el llover continuado de los últimos días tiene buena parte de culpa en el escaso movimiento de mercancías. Y es que, con las calles vacías, era tan difícil vender una postal como un refresco de cola. Ayer por la mañana, sin embargo, locales y visitantes se lanzaron a las calles para aprovechar los rayos de sol antes de que una nueva nube cubriese el horizonte. Quizás por miedo a que la lluvia volviese antes de tiempo, los paseantes lucían chubasquero y botas mientras recorrían los paseos de O Grove, las plazas de Cambados o el mercadillo de Vilagarcía, donde la variedad de acentos que se escuchaban era mucho más amplia de lo habitual.
A poco que se les preste atención es fácil encontrar en el discurso de quienes nos visitan algunos de esos reproches de los de toda la vida. Y no tienen nada que ver con la lluvia, contra la que nada se puede hacer más que abrir el paraguas o calzarse la capucha. «El problema es que, a parte del balneario, poco más oferta hay para días así», nos confiesa María, la madrileña que hemos encontrado a las puertas de la capilla de A Toxa. Adaptar nuestra oferta de ocio a esta meteorología gris que tanto nos caracteriza sigue siendo una asignatura pendiente.
el clima y los turistas