a dicho la Justicia que no es usted culpable y habrá que aceptarlo. Pero coincidirá en que sentencias como la suya desorientan al ciudadano. Incluso a su propio partido, al que no acabamos de ver aliviado por su absolución. El jurado popular le dio la carta verde que le devuelve la legitimidad para seguir mandando en Valencia, aunque a la vista de cómo ha dejado la finca quizás sus compañeros de partido hubieran preferido otro veredicto que disolviera para siempre sus aspiraciones políticas y los liberara de tener que justificar su lamentable gestión. Pero conviene no indignarse. Porque en realidad su proceso ha constituido una gran aportación a la democracia. Gracias a usted hemos podido echar un vistazo a las alcantarillas, escuchar los sonidos que retumban en las cloacas. Nos ha concedido un regalo mucho más valioso que los trajes que no se sabe si pagó. Todos deberíamos tener una copia de sus conversaciones y escucharlas una vez al mes. Y digo más. Para reforzar la idea colectiva de ciudadanía y responsabilizar a los futuros votantes, esos audios impagables tendrían que ser enchufados en los colegios. Nuestros niños serían así adultos mejor preparados para detectar a personajes como usted, insisto, inocente para la Justicia. ¿Qué habrá pensado Rajoy cuando escuchó a su mujer decirle al Bigotes aquello de «Álvaro, con el mío te has pasao veinte pueblos»? ¿Por qué ningún dirigente del PP, ni de aquí ni de allí, ni antes ni después ha tenido el gesto de compartir en público el desasosiego que en todos los demás han producido estas charletas?
Lo dicho, Francisco Camps, muchas gracias.