Indignados

AROUSA

20 may 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Me declaro indignado. Un habitante moral de la Puerta del Sol de Madrid en la que ahora acampan miles de personas. Si pudiera, estaría allí. Clamando contra todo y contra todos. Pero sobre todo contra los que llevan décadas diciéndonos que sí pero haciendo nada. Indignado porque el trabajo sea un objeto de lujo. Porque unos y otros lleven años hablando de que el Senado no vale para nada y ahí siga. Porque las elecciones con listas abiertas sean ese animal mitológico del que todos hablamos pero que no existe nada más que en nuestros sueños. Indignado porque la política esté llena de caciques que se gastan nuestros cuartos sin más criterio que sus intereses de partido. Ha llegado el momento. Los días del todo vale se han terminado. No queremos más promesas de cambios que no llegan. Esto necesita una transformación. Un nuevo marco. Una forma distinta de hacer las cosas. Resignarse y tirar la toalla no es la solución. Hay que votar. Aunque sea en blanco. Quedarse en casa no transmite cabreo. Un voto en blanco sí. La indignación está reñida con la apatía. Porque, no nos engañemos, es esa apatía la que interesa a los que les va bien cuando nadie piensa y opina.