El argumento del precio de las copas en los pubs para justificar el botellón no siempre se mantiene. Es verdad que hay jóvenes que tienen una paga modesta, pero otros muchos siguen la noche consumiendo en las discotecas después de dejar la fiesta al aire libre. Y a otros, les da para mucho más, porque en toda la comarca se está extendiendo la moda de alquilar pisos para la juerga del fin de semana.
Lo reconoce incluso la policía. Tanto en Vilagarcía como en Cambados es ya habitual que las pandillas de mayor poder adquisitivo tengan un piso alquilado en el que pasan, prácticamente, todo el fin de semana. De lunes a viernes viven con sus padres, estudian o van a sus trabajos, pero en cuanto quedan libres de sus obligaciones, cogen sus bártulos y se van al piso de alquiler en donde la juerga se alarga hasta el domingo. En la mayor parte de los casos los padres lo saben, y no sólo lo consienten, sino que además les dan el dinero.
Trapicheo
El alquiler en grupo se está extendiendo entre jóvenes de familias de clase media a los que la paga les da para permitirse ese lujo. A veces, son ya trabajadores y prefieren seguir viviendo con sus padres por la semana e invertir el dinero en el alquiler del piso al que van sólo los fines de semana para reunirse con sus amigos.
Hay otra modalidad, pero más peligrosa. La de jóvenes que tienen un importante nivel adquisitivo porque se dedican al trapicheo y que también tienen sus pisos de alquiler, en este caso, sin compartir el coste con otros compañeros. Pero no se independizan, siguen en la vivienda paterna.
En O Grove, por ejemplo, apenas hay botellones, sólo grupos de amigos que de vez en cuando se van al puerto o a las inmediaciones del instituto. Pero sin embargo sí se tiene constancia de que se alquilan pisos para fiestas de las que los jóvenes salen para irse, directamente, a la discoteca. En Cambados y en Vilagarcía, es una moda cada vez más extendida.