«No fue como otras operaciones contra la pornografía infantil»

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA

AROUSA

CAPOTILLO

Entrevista | «Juan» El arresto de Rodríguez Sanguinetti fue fruto de una investigación pionera. Por primera vez en España, un agente encubierto intervenía en un caso ajeno al crimen organizado

07 dic 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

Hace escasas semanas, la Audiencia de Pontevedra condenó a Pablo Antonio Justo Rodríguez Sanguinetti a cinco años de prisión por difundir pornografía infantil por Internet. Sería un caso más si no fuera por el hecho de que, por primera vez en España, se empleó la figura de un agente encubierto para investigar un posible delito ajeno a lo que es el crimen organizado. Juan, nick que el guardia civil pontevedrés empleó en sus conversaciones con el sospechoso, reconoce que, en un principio, no eran conscientes de la repercusión de esta investigación: «Es complicado, porque cuando empezamos a trabajar en esto nadie pensaba que pudiese tener resultado, nadie creía que ese usuario iba a venirse a España desde los Estados Unidos». -¿Cómo acaba un agente del subsector de Tráfico de Pontevedra convertido en agente encubierto? -Me gusta mucho la informática. Llevo creo que desde 1990. Habitualmente entro en un foro de Internet donde normalmente la gente consulta cosas a otros usuarios. En una conversación con otro internauta pasamos de los temas de programación a otros y me comentó que hacia unos días un usuario en un canal de chat le había pasado por error una fotografía de niños. Lógicamente como por encima de todo soy policía, me interesé más por esta cuestión y conseguí el nick de esa otra persona y el canal desde donde se había producido el envío. -¿Qué ocurrió la primera vez que accedió al chat? -No estaba la persona que utilizaba el nick ni había ningún tipo de conversación de carácter pedófilo. Opté por acceder al chat cada vez que me conectase hasta que un día lo localicé. Empecé a hablar con él y ya se veía que su conversación se dirigía hacia la pornografía, pero no por la infantil. Al cabo de un par de días se centró en lo que es la pedofilia, los niños... Él trataba de averiguar si me gustaban estas cuestiones y yo le decía que sí aunque el tema era nuevo para mí. Empezó a mandarme fotografías. Las primeras que me descargue eran de pornografía normal. A partir de ahí las iba bajando pero no las abría. Cada vez dirigía su charla más hacia el tema de menores. Me seguía enviando imágenes hasta que al final de una conversación especialmente larga me dijo que «verás que algunas te van a gustar». Las visualicé todas y en cuatro y un vídeo había imágenes de niños desnudos. El vídeo era, creo recordar, de una relación entre un niño y un adulto. -¿Se puso en marcha entonces la investigación propiamente dicha? -Sí. Hablé con el jefe de la policía judicial de Pontevedra y a la semana se inició una operación en la que se empleó la figura del agente encubierto. Hay un momento en el que te aproximas mucho al delito... No quiere decir que fuese a cometer un delito sino que el fin es que nadie te identifique y que tú estés trabajando desde dentro, al lado de los delincuentes. Por eso se solicitó la figura del agente encubierto y se autorizó. -Sus pesquisas no sólo permitieron, a la postre, el arresto de Rodríguez Sanguinetti sino que también posibilitaron otras dos actuaciones de la Guardia Civil contra la difusión de pornografía por Internet. -A raíz de la investigación se descubrieron dos canales sexotabú y la_gran_familia. Este segundo se desviaba hacia otras cuestiones y nos desvinculamos de su investigación que fue seguida por un grupo de Oviedo. En cuanto a sexotabú, nos sorprendió. Había días que se llegaban a congregar entre cincuenta y ochenta personas, y todos por lo mismo, la pornografía infantil. Al final se realizaron doce identificaciones, diez españoles y dos extranjeros. -Al margen del agente encubierto, ¿qué diferencia hay entre esta operación y otras contra la distribución de contenidos pedófilos? -No fue como otras operaciones de pornografía infantil que se centran en un foro de intercambio de archivos, aquí tenías que hablar con la gente y conseguir que te enviaran las imágenes. Eso es lo complicado porque, lógicamente, la gente no se fía. Poco a poco, con tiempo y sacrificio, conseguimos sacar fruto... -A base de horas y horas de conversación. -Sí. El problema es que yo estaba trabajando en España y el residía en Estados Unidos. La diferencia horaria provoca que tuviese que trabajar todo de noche. Había días que empezaba a chatear a las cuatro de la tarde y hasta las ocho de la mañana siguiente continuamente delante del terminal... Tienes que hacerte pasar por una persona que no eres y tu interlocutor sacaba temas muy fuertes, temas que costaba mucho asimilar porque tú forma de ser no es así pero tenías que asumir un papel. Las conversaciones eran muy fuertes, pero también lo eran las imágenes. No se trataba sólo de fotografías de menores desnudos sino que había imágenes y vídeos que mostraban relaciones entre niños y adultos, en las que se veía a los menores llorando. -¿Y cómo le queda a uno el cuerpo tras estas conversaciones? -Hombre, te das cuenta que estás haciendo un trabajo y piensas que cuantas más personas que están haciendo eso retires de la calle o que evites que esas fotografías estén circulando por ahí pues mejor. Al final la parte perjudicada realmente son siempre los niños. -¿Cómo vivió su familia esta investigación? -Fue difícil porque eché muchísimas horas fuera de casa. No sabían mucho de lo que estaba haciendo. Mi trabajo también requiere estar mucho tiempo fuera de casa, pero no tanto. Permanecí más en la oficina que en casa, donde estaba lo justo para comer y dormir. Es muy difícil decirle a tu familia que estás hablando de determinados temas con otra persona, temas que generalmente asustan y te hacen sentir mal. Es difícil de encajar por lo que es mejor callar. Mis padres se enteraron cuando saltó todo, pero antes no. -¿Qué es más complicado ponerse la máscara de pedófilo o quitársela tras una jornada de trabajo? -Cuando llevas tantas horas, realmente cuesta, pero estás tan cansado que piensas más en dormir que en otras cosas. Eran muchas horas y era una persona que no era normal, una persona que cuando, en un momento dado, cometía algún error o me contradecía rápidamente se daba cuenta. Era impresionante. Grababa todas las conversaciones, buscaba la parte de conversación en la que tú te habías contradicho y la pegaba en la pantalla. Entonces te decía "tú aquel día habías dicho esto, ¿por qué ahora dices esto?". Tenía que estar superatento y pensar en lo que decía para no contradecirme y no meter la pata. -Ya se ha cumplido un año desde que comenzó la investigación, ¿cuál es su conclusión? -Que lo que antes parecía casi imposible, ahora ves que salió bien. A mi el hecho de haber tenido que ir a la Audiencia [el juicio fue a finales del pasado octubre] y verlo otra vez, fue volver a recordar todo. Es mi trabajo y lo vas asimilando poco a poco.