El secreto de «Villa Pilar»

Martiño Suárez PONTEVEDRA

AROUSA

Reportaje | Una casa singular El Colegio de Arquitectos homenajeó ayer, en su Día Mundial, a un edificio centenario sobre el que aún pesa el misterio de quién fue realmente el autor de sus planos

03 oct 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

?l Colegio de Arquitectos pontevedrés homenajeó ayer a un edificio que cumple cien años y sobre el que pesa cierto misterio. ¿Quién fue el autor del proyecto de Villa Pilar? Los planos que se conservan son los que dibujó Antonio Crespo a finales del XIX, pero no se parecen al resultado final. Ángel Canabal Chamosa, afiliado al Colegio y especialista en construcciones indianas, sospecha que un cubano puede estar detrás del diseño. Sus propietarios, descendientes del promotor, también dicen que la idea no tiene un padre claro. La historia de Villa Pilar es la de su impulsor, Manuel Martínez Bautista, hijo de una pontevedresa y un vecino de Tenorio. En 1840, con 17 años, sus padres lo enviaron a La Habana con una carta de recomendación en el bolsillo. En un decenio, había amasado ya una buena fortuna en Cuba, con negocios como un almacén de vajillas al que había llamado La Joven América. Martínez Bautista nunca se casó, y fue acumulando el dinero suficiente como para poder trasladarse a Nueva York. Allí abrió, nada menos que el número 10 de Wall Street, un pequeño negocio de banca y de inversiones en bolsa. Al morir, cuenta Xosé Fortes en Pontevedra en el espejo del tiempo, tenía acciones de empresas tan variopintas como el ferrocarril de Illinois, New York Central Hudson River o Chicago Rock Island Pacific. La milla de oro Con la billetera bien dotada, Martínez Bautista volvió en alguna ocasión a Pontevedra, en donde decidió hacerse una casa en la que probablemente era, a finales del XIX, la milla de oro de la ciudad. «Entonces -explica Canabal Chamosa-, las clases bajas se concentraban en A Moureira, los comerciantes en el casco histórico y la burguesía y los profesionales en el eje Michelena-Riestra». Martínez Bautista consiguió una parcela en la recién expropiada zona de las Palmeras, y encargó el proyecto de una residencia contundente y reveladora a Antonio Crespo. Aquí empieza la controversia. De los anteproyectos de Crespo apenas se pueden ver trazas en la construcción final. Su idea era un edificio sólido, con galería hacia las Palmeras, y que ocupaba todo el solar disponible. Villa Pilar, sin embargo, es una recoleta residencia con pinta caribeña y un pequeño jardín. «Crespo se encontró con el proyecto de su vida, y la verdad es que no le quedó nada mal», explica Canabal, que, sin embargo, deja entrever que a Martínez Bautista no debió convencerle el diseño: «Tal y como está realizada la casa, el proyecto final lo debió hacer un arquitecto en Cuba, y ése fue el que finalmente se construyó», explica. Entre las curiosidades de Villa Pilar están sus balaustradas de hormigón, casi inauditas en la época de su apertura, en 1905. «¿Se puede pensar que se le acabó el dinero? Yo creo que no -cuenta Canabal-. Una de las últimas cosas que se construyen en una casa es la escalera de entrada, y en Villa Pilar es de mármol de Carrara, por no hablar de la carpintería interior, toda en maderas nobles».