Sobre el edificio Simeón

JAVIER GAGO

AROUSA

TRIBUNA PÚBLICA | O |

23 feb 2004 . Actualizado a las 06:00 h.

NO CREO, señorita Penedo, que usted peque de ingenuidad. Más bien creo que su falta es de conocimientos sobre cómo se elaboran las normativas urbanísticas y los catálogos de bienes a conservar. Estos documentos los aprueba la corporación, y tanto el plan de 1986 y su catálogo, como el del 2000 y el suyo, fueron aprobados sin ningún voto en contra de los grupos políticos que las formaban. Tampoco se interpuso ningún recurso ante los tribunales y las alegaciones, escasas, a los catálogos, lo fueron para excluir elementos, por considerar excesiva su inclusión y protección, y no para incluir otros nuevos. Tampoco es el alcalde quien nombra a los técnicos que elaboran el catálogo de bienes a conservar, que suelen ser los mismos que redactan la normativa urbanística, y siempre bajo la supervisión última y vinculante de la Xunta. Ya ve usted cuántos culpables , aunque se empeñe en simplificarlos en mi persona. El caso del Fantasio Vuelve a equivocarse al hablar del Fantasio. Ya le expliqué en su día que la primera vez que aparece en un catálogo de Bienes a Conservar es en la normativa del 2000, impulsada por este gobierno municipal, y aprobada por la corporación, pero la licencia de obra se solicitó con anterioridad a su entrada en vigor y hubo de concederse por imperativo legal. Antes, jamás había estado protegido; tampoco nadie lo había solicitado. Si es tanta su preocupación, ¿por qué no participó con alegaciones en la redacción de las normas? Todos los edificios a conservar no pueden estar en manos de la Administración (¿quién pagará la adquisición?), ni es necesario. Deben rehabilitarse conforme a las normas que los protegen, y ser útiles, para no acabar en la ruina física o económica. Esto es así en Vilagarcía, Santiago, y París, le guste a usted o no. Espero que al final de mi mandato, los ciudadanos que me juzguen sean más prudentes y generosos en sus conclusiones, pues si ya de por sí la ignorancia es atrevida, en quien presume de una licenciatura, ciertamente es inexcusable.