DESDE VILANOVA PARA EL MUNDO

La Voz

AROUSA

CARLOS PENA PENURIAS COTIDIANAS

17 feb 2001 . Actualizado a las 06:00 h.

Estamos de enhorabuena, amigos. Tras varios capítulos de ausencia, hoy vuelven con nosotros dos asiduos personajes de la sección: Gonzalo y José Juan Durán, que traen consigo nuevas y divertidas peripecias. Su magnífica idea de implicar tanto a su madre como a su abuela en una aventura empresarial -con subvención incluida de 19 millones- abre inesperadas posibilidades para el mundo de los dibujos animados. Sí, amigos, lo que oyen. Y no es para menos. La avalancha del manga y los video-juegos ha relegado al desván a aquellos fieles compañeros de la infancia, auténticos clásicos de los valores humanos. ¿Quién se acuerda ya de Leoncio y Tristán? ¿Hay, por ventura, alguien que se detenga a pensar en Heidi, en Marco? Lo cierto es que el patrimonio de tantos y tantos entrañables personajes está en la ruina. Lo mismo que el Pazo Bellavista, ese que los dos hermanos van a restaurar gracias a la línea de ayudas para turismo rural. No es extraño, por tanto, que el ejemplo haya cundido. La propia Heidi ha decidido constituir una empresa en la que figura el abuelito como socio único. La administradora es la abuela de Pedro, el cabrero, que tampoco anda muy bien de pasta últimamente. Su proyecto es ambicioso: reconstruir el maltrecho caserío de los Alpes para montar un restaurante vegetariano. Y, de paso, levantarle una caseta nueva al pobre Niebla, que el chucho está que no puede con el reuma. Pero no son los únicos. Ahí están, también, Yogui y Bubu, hartos de malvivir en una cutre covacha de Yellowstone. Nuestros dos osos no están dispuestos a continuar en semejantes condiciones, en pleno parque natural de indudable atractivo turístico. Así que ya le han comentado el asunto a Jeremiah Johnson, para que les tramite una buena subvención, y poder cumplir su sueño: organizar un puesto de merendolas en las cascadas del Niágara. De Leoncio y Tristán, ya ni hablamos. Un león y una hiena pasando frío en el banco pelado de un parque urbano. ¿Dónde se ha visto esto, hombre? Ellos también han creado su propia sociedad limitada, con participación del Coyote y el Correcaminos, que ya van viejos para tanta carrerita. Juntos, crearán un sanatorio para vacas locas, recuperando el depauperado callejón de Don Gato y el agente Matute. ¿Y Marco? El chaval también está cansado. Después de recorrer medio mundo buscando a su mamá, va y la encuentra. Pero cuando vuelve a Italia, su padre y sus hermanos han vendido la casa petrucial, largándose a Acapulco a gastarse los millones. ¿Solución? Una compañía con su madre y el mono Amedio para regentar un quiosco de gominolas. Ya lo ven, compañeros. Las cosas están así, y no es cuestión de ir por ahí desperdiciando ocasiones. Menos mal que, una vez más, la factoría de ideas de Vilanova nos saca del aprieto. Ya podemos dormir tranquilos. Nosotros, y los dibujos animados. Eso es to, eso es to, eso es todo, amigos.