«Pedes in terra, ad sidera visus»

Manuel García Reigosa
M. G. Reigosa EL PERISCOPIO

ANDAR MIUDIÑO

Sandra Alonso

30 sep 2022 . Actualizado a las 21:16 h.

A lo largo de la última década el Obradoiro se ha significado por el cuidado de sus cuentas, por no gastarse lo que no tiene, por ajustar su proyecto deportivo a su realidad económica, y no se ha preocupado tanto de alimentar la llama de Sar y de la identificación. Evidentemente, el primer mandamiento es tratar de asegurar cada año la presencia del equipo en la ACB, y encadenar doce campañas consecutivas en ese selecto grupo es un registro más que meritorio. Pero algo ha cambiado este verano y el estreno, un jueves a las siete de la tarde, con más de cinco millares de espectadores en las gradas, así lo indica. Avivar el fuego de la Caldeira solo puede traer buenas noticias. Y si el Obra consigue entrar en el caladero de los universitarios, con más motivo.

Lo que no se le podrá achacar esta vez es pasividad ni falta de implicación. Ha apostado por el acercamiento a un público joven, ha organizado en el campus una verbena para presentar el equipo que tuvo poder de convocatoria, y las invitaciones repartidas en aquella fiesta, que requerían ser validadas para lograr la entrada, propiciaron una bonita foto del Multiusos para empezar el curso. Si algunos repiten y se van sumando, el éxito será doble.

La permanencia vuelve a ser el gran objetivo. Cuando hay diez o doce presupuestos claramente por encima, es difícil aspirar a más. Y conviene no perder la perspectiva. En el mundo del fútbol, el Villarreal es un ejemplo. Lleva temporadas más cerca de la zona noble que de los puestos de riesgos. Pero cada vez que alcanza los cuarenta puntos, considerados el umbral de la permanencia, el club organiza un brindis con los jugadores y los empleados para celebrar esa conquista.

Este Obradoiro tiene algo de ese Villarreal. Ha reunido un plantel en el que tanto las renovaciones como los fichajes han sido bien recibidas. La continuidad de los Scrubb, el pedigrí de Westermann, las ganas de reivindicarse de Bender, el oficio de Walker y Guerrero, el baloncesto de claqué de Blazevic, un Marcus Paige difícil de clasificar pero también con tirón... Hasta el cuadro técnico ha estrenado indumentaria con un color verde que se identifica con la esperanza y que rompe con la estética de traje y corbata de las últimas temporadas.

Podría decirse aquello de que alea jacta est. Y se le podría añadir lo de pedes in terra, ad sidera visus, pies en la tierra y mirada hacia el cielo.