Esperando a Godot

Miguel Gómez EL ESCÁNER

ANDAR MIUDIÑO

XOAN A. SOLER

20 mar 2022 . Actualizado a las 01:06 h.

Tendemos a sobrevalorar el pasado. Nos parece que nunca las cosas fueron tan difíciles ni se hicieron tan mal como ahora. Los recuerdos se van difuminando y, en el álbum, solo quedan los «aquel»: aquel coche, aquella televisión en blanco y negro que duró treinta años, aquella noche de marzo en Milán, aquel tierno verano de lujuria y azoteas, aquella tarde en que Sar meneó el Bullarengue, aquel partido de Milt Palacio, aquel «tapón» de Berzins a Rudy, aquella temporada que ganamos al Madrid de Doncic. Partidazo de Bendzius y de McConnell pero, aun después de ganar, seguíamos penúltimos, 7 victorias/17 derrotas.

La memoria pertenece al Romanticismo, el presente al Barroco. La tormenta de arena me dejó el coche más sucio que el pantalón blanco de Nadal en Roland Garros y me acordé del sí penalti, pero no, de Djukic y del no triple, pero tampoco, de Mike Ansley. Bueno, también me acordé de Russ Meyer, pero alguien me dijo que hoy iba a llover y no llevé el coche a lavar. Error.

Ponía Moncho el acento en la previa en las pérdidas de balón y no era buena noticia ver a Alberto Díaz y a Brizuela en pista. En cinco minutos llevaba Unicaja cuatro recuperaciones y 23 puntos. Pidió Moncho tiempo, rotó jugadores, metió a Birutis (habíamos empezado sin cinco puro). Con Zurbriggen al mando se mejoró en defensa pero no en ataque, 14-29 al final del primer cuarto. Con la diferencia estabilizada, el segundo balón perdido por el base argentino provocó la salida a pista de Oliver que tardó poco en sumar otras dos pérdidas. Cierto que fueron por violaciones y, al menos, no nos costaron canastas fáciles. Otra vez Hobbs a pista sin que el equipo encontrase solución para atacar la agresiva defensa de Unicaja. Un par de triples de Scrubb, el otro, dejaron al descanso un 30-45 que, de dónde veníamos, dejaban una pequeña puerta abierta a la esperanza. Debía de haber también alguna ventana abierta que la corriente cerró la puerta con un parcial de salida de 2-10 en menos de 2 minutos. Aunque poco afortunados, al menos el equipo no se dejó ir y el resultado final quedó bastante apañado con buena dosis de maquillaje.

Estaba terminando de escribir cuando se me acercó un muchacho. «El señor Godot me ha dicho que le diga que no vendrá esta noche, que seguramente mañana».