A partir de ahora, depende

Miguel Gómez EL ESCÁNER

ANDAR MIUDIÑO

01 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

odo empezó con los yogures caducados de Arias Cañete. No son dañinos, nos dijeron. Ya, claro. No lo serán cuando te tomas uno, pero los jugadores de baloncesto se pueden tomar tres o cuatro después de cada comida y resultó que, a grandes cantidades, sí tenían efectos secundarios.

No llegó a modo «el vengador tóxico», no. De hecho, pasó sin pena ni gloria por los medios de comunicación, pero afectó especialmente a los jugadores exteriores que comenzaron a crecer desmesuradamente. Los entrenadores, tipos listos, sacaron rápidamente provecho. Primero en defensa, por supuesto, va en su naturaleza: las defensas de cambios, las rotaciones tras ayudas, el rebote del lado débil... Después en ataque. Treses que pueden jugar al cuatro, cuatros que pueden jugar de espaldas pero que cuando juegan de cara transforman el poste alto en poste apto.

Hizo daño Radovic a Zaragoza. A veces recibiendo cerca del aro, a veces atacando de cara. Ayudaron Thomas y Pustovyi. Fue una rémora el tiro exterior (2/2 triples Thomas, 1/9 el resto del equipo al descanso). En Zaragoza eran Dragovic (otro cuatro jugando lejos del aro), Neil y Blums los que aguantaban la igualdad en el marcador.

En el tercer cuarto Radovic salió menos acertado y Neil comenzó a ser demasiado problema. Ayudado por dos triples de Barreiro tomó ventaja Zaragoza y obligó a Moncho a jugar con tres pequeños (Navarro sobre Neil primero y luego sobre Blums) sin que diese mejor resultado.

No había buenas noticias desde el triple y Moncho jugó con Laksa/Corbacho y Thomas/Corbacho. A una canasta de Pustovyi que nos puso uno arriba le siguió la cuarta falta de equipo en solo tres minutos del último cuarto.

Moría Zaragoza desde el triple (12 de 32), se suicidaba el Obra desde la línea de tres (7 de 25). Blums contra Thomas. Más despropósitos que propósitos. Se fallaron dos tiros libres que pudieron sentenciar pero a Blums se le escapó la pelota cuando entraba a canasta para empatar.

¿Y a partir de ahora qué? Acercaos un poco más para escucharme bien. A partir de hora, depende.