Estrellas boca abajo

Miguel Gómez EL ESCÁNER

ANDAR MIUDIÑO

19 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Salió Pablo Laso del túnel de vestuarios con una motosierra en la mano. Se dirigió a su banquillo, la puso bien a la vista en la silla contigua a la suya y se sentó. Señal para navegantes: venimos de perder en Euroliga y en liga peligra el factor cancha en los play off, así que, como diría Manquiña, vamos a llevarnos bien o va a haber hondonadas de canastas. Salió el Obra a calentar con dos caras nuevas. Bueno, una no tan nueva porque Maric, uno de esos pívots que para pasarlos hay que rodearlos, se convirtió en uno de los nuestros cuando se hizo aquella foto con el palillo en la boca. Dos caras nuevas, dos australianos y no es detalle banal. Además de puntos, el Obra necesita invertir su situación y los australianos están acostumbrados a mirar las estrellas boca abajo. Cuando te enfrentas al Real Madrid hay muchas maneras de morir: ahogado en vodka como John Bonham, en Grand Marnier como Richard Manuel o en la orilla como el Barça la semana pasada. Para sobrevivir solo hay una manera, agarrarse al primer objeto que flote y pase cerca y rezarle a Naismith para que no haya oleaje. A mitad del segundo cuarto teníamos una vía de agua. El Obra achicó y se puso a remar. El Madrid llevaba velas. El viento dejó de soplar. Salió el sol. Entraron los triples como no habían entrado en toda la temporada.Laso agarró la motosierra y plegó velas. Carroll provocó otra vía de agua. Bendzius y McConnell siguieron remando. Llovet achicaba de tal manera que hubiese salvado el Titanic. Laso sentó a Carroll y eligió a Llull. Ya dijo Windows 10: Error.