Papel o digital, un equilibrio necesario

A MARIÑA

09 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Llega septiembre y los que somos padres y madres comenzamos a reincorporar una importante rutina: la del curso escolar. Son poco más de diez días en los que hay que recuperar horarios, dejar atrás los «vicios» veraniegos, revisar el armario de los niños y afrontar compras de ropa, material escolar, libros, etcétera... En mi casa, dos alumnos se preparan para continuar en Primaria. Y al igual que el anterior, uno afrontará el nuevo curso con libro de texto en papel y el otro con material digital. Convivirán por segundo año ambas formas de enseñanza. En el ámbito educativo doméstico, estudiar por ordenador ofrece ventajas como un rápido acceso a la información, es más interactivo y hay estudiantes que como «nativos digitales» que son han encontrado un elemento de motivación para hacer los deberes y se mueven como pez en el agua en ese medio. Por contraste, a veces más que sus progenitores, sobre todo si pertenecen a la generación «Yo fui a EGB»; algunos se han visto en la necesidad de aprender nociones de informática para poder ayudar a su hijo en casa con las tareas y de contar con Internet para manejarse mejor con el material informático, que presta la Administración a la familia. Sin olvidar que a veces surgen problemas técnicos o de red o que también habría que evaluar el tiempo que los menores pasan delante de una pantalla. El clásico libro en papel permite otra forma de estudio, más cómoda pienso, sin esa dependencia de la tecnología, salvo en el caso de que haya que realizar algún trabajo de consulta y no se tenga ordenador en el hogar. Ofrece otra autonomía y, según el método en clase, puede no restar tanto tiempo a la práctica de la escritura. Pero los textos ya escritos no son reutilizables y las mochilas acusan su peso si van demasiado cargadas. En la mentalidad sueca se valora el punto medio de las cosas. Lo llaman «lagom». Así que, como dicen los suecos, «ni demasiado poco ni en exceso, en su justa medida». Mejor, por tanto, un equilibrio entre el libro de texto y el digital.