«¡Qué altos y elegantes son!»

La Voz

A MARIÑA

Los mindonienses dedicaron elogiosos comentarios a los Duques, porque «son salados» Hubo algún mindoniense que ayer, según explicó, se tomó la molestia de madrugar sólo por ver la ciudad sin coches. Como en las famosas San Lucas, el de ayer fue un día de pacífica y multitudinaria invasión peatonal, con una gran cantidad de personas dispuesta a lograr la mejor posición para ver a los Duques. La infanta Elena y Jaime de Marichalar, según los comentarios, son «elegantes» y «salados». Pero, eso sí, su presencia no hizo olvidar a Froilán, del que muchos se acordaron ayer.

26 may 2000 . Actualizado a las 07:00 h.

X.M.P. MONDOÑEDO Son las diez y media de la mañana. La cafetera del Bar Central funciona como una locomotora a pleno rendimiento. Los primeros cafés se acompañan de las primeras conversaciones, que tratan sobre una llegada _la de los Duques_ y sobre una salida _la posible marcha del Madrid de Morientes, tentado por el fútbol italiano_. Son las once y cuarto. La llovizna se convierte en lluvia, y los comentarios se acompañan de deseos: «Si viniese un poco de viento para llevar esas nubes...». Es la una menos cuarto, y llegan los Duques, sin que nadie parezca acordarse de nubes o lluvias. ¿Está nervioso el alcalde? El periodista, curioseando por la Casa do Concello, no pudo evitar preguntárselo poco antes. «No», dice. Pues será verdad. Media hora después, mientras los Duques y las autoridades acompañantes escuchan explicaciones sobre la catedral, cientos de personas esperan en la plaza. Para un nutrido grupo de jóvenes _Jacobo, Andrea y muchos más_ la visita de los Duques «merece la pena». Para otros, tenía que haber venido Froilán. Ellas _por lo que parece, más atentas que ellos al vestuario_ dicen que ambos «son muy elegantes». Una señora de más edad comenta que «son salados». Salen los Duques y vuelven los aplausos. Al filo de las cuatro de la tarde, los Duques salen del Seminario, mientras dan los últimos saludos y reciben los últimos aplausos. En el Central, mientras tanto, en la partida de cartas de sobremesa se cantan las cuarenta.