Raphael: «Cuando has traspasado la barrera del sonido, todo va a mejor siempre»

AL SOL

ANGEL MANSO

Clásico en vida, llega esta noche a Santiago dentro del ciclo Perseidas

01 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La promotora de Raphael lo anuncia dentro de la gira en la que cumple 60 años de carrera, aunque en realidad ya se encuentra en el 61.º. El artista se ríe de ello: «A estas alturas del partido ya da igual un año más que uno menos, lo que importa es que son mucho». Hoy actúa en el ciclo Perseidas de O Son do Camiño (Santiago, O Monte do Gozo, 22.00 horas, entradas entre 55 y 59 euros).

-Cumplió sesenta años de carrera, pero lo tuvo que celebrar en pleno confinamiento. ¿Cómo llevó esta suma de emociones?

-Al principio muy mal, porque además me cortaron en plena gira. Estaba en América Latina en ese momento. Fue un horror. Pero a los tres mes, más o menos, empecé a grabar y eso me dio la vida. Hice dos discos seguidos. Enseguida debuté en el WiZink Center de Madrid y preparé gira. Afortunadamente, el tiempo pasa volando. También para lo malo.

-Ese concierto simbolizó, en cierto modo, la vuelta a la música en directo en España.

-Yo creo que sí. Fue el más ordenado y en el que no pasó nada de nada. Ni un contagio. Mi público siempre es maravilloso, pero ese día lo fue especialmente.

-Lo dicen muchos artistas: al volver a los escenarios tras el parón notan unas emociones muy intensas. ¿Le ocurre?

-Sí, eso es indudable. Lo que pasa es que, cuando uno ya ha traspasado la barrera del sonido, como digo yo, y lleva tanto tiempo en brazos del público llega un momento en el que estás tan protegido por ellos que todo va a mejor siempre. Las actuaciones no son lo mismo, quizá sean mejores ahora. Más puras. Hay cosas que no se pueden hacer y buscas el modo de hacerlo de otro modo.

-¿Fue ese estado de ánimo el que le llevó a hacer el «Resistiré»?

-Fue a petición de mi mujer, que llevaba como doce años diciéndome que la cantara. Y yo preguntaba que para qué quería que la cantase, si ya lo hacen sus autores muy bien. Ella me decía que le podía dar una fuerza diferente. Y, bueno, vi el momento. Dije: «Ahora». Si hay un momento para el Resistiré es este.

-Y como siempre ocurre, esa canción pasó a ser suya.

-Ese defecto tengo, creo [risas].

-¿Un buen defecto?

-A mí, la verdad, es que me va muy bien con él [risas].

-Con motivo del día de la música le hicieron un especial en el programa «La hora musa» de La 2 muy bonito. El tono era de clásico en vida. ¿Se siente así?

-Las cosas han ido ocurriendo en mi vida para llegar a ese resultado. Desde el principio de mi carrera el público me colocó ahí. Y los demás artistas y compañeros de toda la vida, también. Mi relación con ellos es muy buena y todo ha derivado a ese lugar.

-Con usted parece que no exista la envidia.

-No, para nada.

-Todo quieren estar a su lado, nadie habla mal de Raphael.

-No hay envidias ni cosas de esas, es todo al revés. Se habla de cariño, de cuánto tiempo llevas, qué maravilla, quién fuera tú y esas cosas.

-¿Los jóvenes le tratan como a un maestro?

-¡Uy no! A mí la palabra maestro no me gusta mucho, la verdad.

-¿Qué le preguntan?

-Muchas cosas. ¿Cómo haces esto? ¿Y lo otro? Les digo siempre que es complicado, porque todo está hecho según mi forma de ser. Yo no puedo dar consejos, porque hay cosas mías que no me gustan, pero salen.

-¿Cómo cuales?

-Cosas, sin más. De repente, suelto algo y me digo: «¡Vaya!» [risas]. No muchas, pero las hay.

-Frente al mito de la inspiración usted siempre ha hablado de trabajo, trabajo y más trabajo.

-No hay otro camino. Trabajando se aprende. Y, en medio del trabajo, aparece la inspiración.

-¿Qué es más importante, la composición o la interpretación?

-Ambas. Una muy buena canción mal interpretada es una porquería. Al revés, también. Lo que tienes es que tener la suerte de tener ya no un compositor, sino un inspirador de cosas. Y si tienes dos o tres, mejor. A veces uno se agota y no le sale nada.

-Usted ha contado con el más grande, Manuel Alejandro.

-Es el más de los mases.

-Una vez se quedó una noche sin dormir. Al día siguiente le entregó cuatro de los mejores temas de su carrera.

-Sí, pero seguramente las tenía ya en su cabeza. Pero sí que es cierto que los parió de golpe en un enfado que tuvo. Por la tarde no había estado muy inspirado. Lo que me enseñó no me sonaba bien para la categoría que él tenía y se lo dije. Entonces me mandó a casa y me dijo que ya me llamaría. Eso era a las diez de la noche. A las ocho de la mañana me telefoneó: «Vente pacá». Y me sacó de un golpetazo Qué tal te va sin mí, En carne viva, Qué sabe nadie y Estar enamorado.

-Palabras mayores.

-Todo eso de una tirada.

-¿Fue ese uno de los días más importantes de su carrera?

-Por supuesto. No hay nada comparable al día en el que el compositor está pariendo canciones y tú estás ahí para recibirlas.

-Esas canciones las oímos como si hablaran de usted.

-No creo que hablen de mí, pero sí que es cierto que todo lo que yo digo en ellas me es aplicable. Y, como las canto tan convencido, la gente cree que, efectivamente, es así y que ese soy yo.

-¿Sigue manteniendo todos los rituales para cuidar la voz?

-Sí, es que es necesario. Hay que pasar varios días sin hablar de terapia. Es como saber respirar bien. La voz no sufre y está cuidada para cuando la necesitas. Es clave cuidarla. Pero no solo cantando, también hablando. Por ejemplo, el hablar por teléfono es malo. Sin embargo, con el móvil puesto en manos libres no es malo. Al contrario.