Ya puedes ser bodeguero por un día

A. S.

AL SOL

Empresas gallegas ofrecen la posibilidad de participar en las labores de vendimia y asistir en primera persona al proceso de elaboración del vino

25 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Habría que ir a Monforte, por ejemplo, para cumplir el sueño de ser un cosechero atareado haciendo equilibrios entre los bancales de la ribera vertiginosa del río, cargar una caja recién cortada de uva mencía, brancellao o cualquiera de las 14 variedades autorizadas por el consejo regulador de la denominación de origen y volver a casa discutiendo con mucha enjundia sobre mineralidad y terroir. Aunque no es ese el propósito de las bodegas que ofrecen a los visitantes participar en los trabajos de vendimia que ya han empezado a realizarse en Galicia, son muchos los aficionados que acuden a la invitación deseosos de conocer justo eso: la relación entre el vino que paladean en su bar favorito y el suelo, los viñedos y los métodos que emplean los bodegueros en el lugar donde nace todo.

En Rías Baixas

Martín Códax es una de ellas. La bodega de Rías Baixas solo exige que el grupo interesado en vendimiar tenga entre 10 y 20 miembros. Con ese único requisito, propone una actividad que comienza con la bienvenida al grupo en la sede de Cambados a cargo de especialistas en enoturismo que les entregan el uniforme, el material necesario para la faena -camiseta, cajas, guantes, tijeras- y todas las explicaciones sobre la viticultura local, los sistemas de conducción o cómo se cortan los racimos, antes de salir en avanzadilla al frente de una caravana en coche en dirección al viñedo. «Allí les explicamos un poco más sobre la madurez de los racimos y la manera de cortarlos e intentamos que cada uno recoja una caja de 20 kilos», detalla María Otero, responsable de enoturismo de la marca. De vuelta en la bodega, los visitantes depositan la uva y asisten a una visita guiada para conocer el proceso de elaboración que culmina con una cata comentada de cuatro vinos de la empresa. «Se trata de que asistan al ciclo completo del vino», precisa la responsable de Martín Códax, que incide en la flexibilidad del programa, disponible a partir de la semana próxima, si el tiempo no lo impide, a un precio de 50 euros por persona.

También dentro de Rías Baixas, en Arbo, la bodega Marqués de Vizhoja propone una jornada de recogida de inmersión viticultora en la que se recogen alrededor de 16 kilos, se trasladan a la despalilladora y a partir de ahí asisten al proceso de elaboración completo hasta la cata de mosto y la degustación de dos vinos con aperitivo en el entorno del pazo. La experiencia cuesta 33 euros e incluye el envío al domicilio de una botella de la nueva añada.

Mucho menos, «15 euros simbólicos», cuesta el viaje sugerido por el Consorcio de Turismo al paisaje extremo de la Ribeira Sacra. Allí también medirán la graduación alcohólica de la uva, la pisarán como era tradicional y almorzarán con los trabajadores de la bodega en una simulación casi real, aunque sin las penalidades de esa viticultura «heroica» que solo yendo uno puede comprender.

El sector que estimuló el turismo

Las visitas a las bodegas para vendimiar son un buen signo de cuánto ha evolucionado el sector en Galicia. Tanto que la gerente del Consorcio de Turismo Ribeira Sacra, Alexandra Seara, sugería ayer la posibilidad cada vez menos remota de establecer un cupo para limitar la afluencia de visitantes a la zona. «E todo isto empezou cunha botella de viño nunha mesa», subraya la especialista, en honor a la actividad que espoleó la economía de la comarca y en el último julio alumbró un incremento del 20 % en la ocupación de sus 73 alojamientos.