Comercio uniformado en Cuba

M. López de Guereño

INTERNACIONAL

El Gobierno de La Habana otorga al Ejército la gestión de las tiendas y amplía su presencia en la economía del país

09 ago 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Esta semana la corporación comercial Cubalse pasó a mejor vida. La división de las tiendas, la que dejaba mayores ingresos, ha quedado en manos de una firma del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (Minfar). En estos momentos de peliaguda crisis económica, Raúl Castro se apoya en los militares, el colectivo que mejor conoce. No en vano, fue su ministro durante 47 años.

Tras un exhaustivo inventario, Trd-Caribe, una de las firmas del Grupo de Administración Empresarial, S.A. (Gaesa) asumió su control. Es la principal compañía del Minfar, que dirige el mayor Luis Alberto Rodríguez, yerno del presidente, aunque no el único organismo o ministerio que encabeza un militar o ex militar.

Mientras las puertas de las tiendas estuvieron cerradas, algunos clientes se preguntaban si al subir de nuevo la persiana habría variaciones. Pero cuando el pasado miércoles las reabrieron, la oferta y los precios seguían igual. «Ahora estamos peor. Somos trabajadores civiles de las Fuerzas Armadas y, ante un problema, se nos juzga como a los militares. Por lo demás, no ha cambiado nada», confiesa Jorge, un joven dependiente de uno de estos comercios.

De un golpe, miles de cubanos han pasado a engrosar esa categoría. El cambio, de momento, no influye en sus puestos de trabajo ni en sus salarios. Pero la disciplina será mayor a partir de ahora, y también los castigos. Los empleados de la corporación Cubalse eran decenas de miles. En 1998 tenían 183 tiendas en 59 municipios. Luego tuvo lugar su expansión y estaba presente en 123 localidades de la isla.

Cuando se creó en 1962, su objetivo era atender al cuerpo diplomático y a los empresarios extranjeros en todas las áreas, incluso proporcionando personal. También tasar, comprar, en el peor de los casos confiscar, y después vender joyas, muebles antiguos, pinturas, lámparas, objetos de oro, plata o cristalerías dejadas por los cubanos que optaron por el exilio.

«Diplotiendas»

La apertura de Cuba al mundo amplió el campo de operaciones. La diplotienda, el diplomercado y diplogaraje se hicieron accesibles a todos. Desde 1994 pueden franquear sus puertas todos aquellos que tengan dólares. Venden en divisas ropa, zapatos, bebidas, comida, artículos de ferretería, muebles o electrodomésticos. Hasta motos eléctricas o pañales. «Pero también aceite, picadillo, carne de segunda, vísceras de res, salchichas, jabón de tocador o papel higiénico, que son productos básicos que no se pueden encontrar en las bodegas», explica Josefina Barrera, ama de casa que buscaba dónde adquirir alguno de estos enseres mientras los comercios estuvieron cerrados.

Para la oposición, el trasvase otorga a las Fuerzas Armadas el control de la economía isleña. Actualmente, las empresas vinculadas al Minfar están en todos los sectores vitales como el turismo, el tabaco, servicios de importación y exportación, tecnología y telecomunicaciones, construcción, zonas francas y fabricación industrial. 322 de las compañías más grandes de Cuba, que generan más del 80% de las exportaciones, el 5% de los beneficios del turismo y el 24% de los ingresos provenientes de los servicios, están relacionadas con los militares.