Unos 49 millones de personas viven sin ningún tipo de asistencia médica. Hacia ellas mira sobre todo la polémica reforma sanitaria de la Administración Obama
21 jun 2009 . Actualizado a las 02:00 h.Lisabel Mijango supo que no podría ver al niño que portaba en su barriga en el ecógrafo hasta unos días antes de su primera prueba. Su seguro médico acababa de caducar y su ginecólogo se negó a tratarla si no le pagaba al menos 1.500 dólares por visita. «Tuve que esperar casi hasta el parto para poder saber lo que venía».
Su caso no es una excepción. En Estados Unidos al menos 49 millones de personas están ahora mismo fuera de cualquier tipo de cobertura médica. Un problema al que la Administración Barack Obama ha prometido poner fin con su reforma de la salud pública, cuyo principal objetivo es que todos los ciudadanos cuenten con un seguro médico de coste reducido.
Anunciada como una medida social, detrás de esta esperada reforma sanitaria se esconde en realidad un desesperado intento por reducir un desorbitado déficit fiscal al que cada año contribuye con millones de dólares el gasto de la seguridad social.
Facturas millonarias
«El problema es que la mayoría de las personas que no reciben asistencia primaria acaban recalando en las salas de urgencias de centros médicos del Estado, que «al final tiene que pagar facturas millonarias por algo que podía haberse evitado con una aspirina» en palabras de Marco Castro, responsable de la Clínica del Pueblo, un centro de salud que atiende a personas sin seguro en la ciudad de Washington.
A este hospital, que fue fundado en 1980 como un refugio para lo inmigrantes sin papeles, acuden diariamente entre 50 y 60 pacientes la mayoría de ellos con problemas crónicos. Son gente como Efraín Mijango, un hombre de 65 años aquejado de una afección de riñón que cada día tiene que viajar desde un estado vecino para poder realizarse diálisis gratis. Aun así, y según confiesa a La Voz, Mijango debe correr con los gastos de medicinas, «unos 300 dólares al mes», que salen directamente del mísero sueldo de mil dólares de su hija.
«Y el suyo no es de los peores casos», asegura Castro, que ha visto morir a algunos pacientes por no poder acceder al tratamiento adecuado».
Uno de los casos más comunes son los cánceres de útero o mama en mujeres. «La mayoría son previsibles, pero una visita a un oncólogo cuesta 10.000 dólares sin seguro y casi nadie puede permitirse eso», afirma el director del centro.
Seguro para todos
El panorama entre la gente que sí tiene seguro no es mucho mejor. Casos como el de Robin Beaton, una mujer con cáncer de mama y a quien su seguro acababa denegando la operación por no haber declarado que hace tres años visitó a un dermatólogo (lo que en Estados Unidos se considera un precedente médico), demuestran que el propósito no es reparar, «sino destruir un sistema que no trata la salud como un derecho, sino como un negocio», según Marco Castro.
Es por eso por lo que, además del seguro obligatorio, entre las propuestas incluidas por el presidente Obama en su reforma destaca la prohibición a las compañías aseguradoras de rechazar a cualquier cliente, independientemente de su estado de salud previo.
Otras de las ideas que los demócratas tratan estos días de implantar es la de pagar a los médicos en función de sus resultados, y no del dinero que ahorren a las aseguradoras, así como crear un «seguro público» que sea capaz de competir con el sector privado.