El voto útil provoca el desplome de la izquierda y da al xenófobo Lieberman la llave de la futura coalición
INTERNACIONAL
Las elecciones israelíes aparecen marcadas por el auge de la ultraderecha, personalizada en el xenófobo Avigdor Lieberman, el hombre que tendrá la llave de la nueva coalición de gobierno. Pero los resultados también muestran una fragmentación extrema y una caída en picado de los sectores moderados de izquierda y pacifistas. Tres fenómenos que muchos consideran preocupantes y que dificultarán la formación de un Gobierno estable y con voluntad de avanzar en el proceso de paz con los palestinos.
En el Parlamento se sentarán diputados de doce partidos o alianzas, de los cuales ninguno llegará a ocupar una cuarta parte de los escaños. Un sistema electoral muy inclusivo, con una única circunscripción y una barrera del 2% para acceder a la Cámara, favorece esta situación, que provocará la formación de una coalición de Gobierno inestable y con pocos visos de soportar toda una legislatura. Y las elecciones ya cansan a los israelíes, que han sido llamados a las urnas cinco veces en los últimos diez años.
La fragmentación, que no es nueva pero sí más acentuada, refleja la particular idiosincrasia de una población tan pequeña como heterogénea, con ciudadanos de orígenes dispares, recién llegados e israelíes de segunda y tercera generación, judíos y árabes, religiosos y laicos. Y también demuestra la desorientación del electorado ante una campaña centrada en la amenaza externa -que a menudo se emplea como cohesionador social- y con pocas expectativas de cambio en los programas electorales.
«Muerte al árabe»
En una atmósfera marcada por la ofensiva de Gaza, que la sociedad apoyó de forma masiva, y las ganas de mano dura de los ciudadanos, parece una consecuencia lógica el estrellato de Lieberman. Un hombre al que sus seguidores reciben al grito de «muerte al árabe» y que propone ceder las poblaciones israelíes de mayoría árabe a los palestinos, con tal de deshacerse de esos conciudadanos «no gratos», nada menos que el 20% de la población.
La paz no está de moda en Israel y los grandes perdedores son los partidos moderados y de izquierda. Los laboristas caen a la cuarta posición y la presencia de Meretz es casi anecdótica. Han perdido respaldo por la fuerza del voto útil, con algunos de sus electores naturales fugados al Kadima para frenar el auge de la derecha radical, y el apoyo a partidos que no accederán al Parlamento. A eso se suma que en los sectores de izquierda pocos creen en un laborismo que predica paz pero extiende asentamientos e inicia guerras cuando está en el Gobierno, y en un Meretz aquejado en los últimos tiempos de ambigüedad.