El mundo espera milagros de Obama

INTERNACIONAL

El presidente electo se enfrenta a los retos de sacar a su país de la crisis, poner fin a dos guerras, restaurar la imagen exterior de EE.?UU. y reconstruir el orden internacional

18 ene 2009 . Actualizado a las 15:56 h.

Hacía décadas que el mundo no era tan unánime en depositar tantas esperanzas en un político. Con su Yes we can , Barack Obama se ha puesto el listón tan alto que será difícil que su presidencia no defraude a más de uno, tanto en su país como en el resto del planeta. Y es que sus promesas de cambio deberán lidiar con una larga lista de asuntos de difícil solución: una crisis económica sin precedentes desde 1930, dos guerras abiertas -Irak y Afganistán-, el inflamado conflicto en Oriente Medio, la crisis nuclear con Irán, las tirantes relaciones con Rusia... Y esto solo es el principio. Además de los problemas domésticos heredados de Bush -sanidad, educación e inmigración-, en su agenda está la tarea de cambiar la deteriorada imagen de EE.?UU. en el mundo y reconstruir el orden internacional. Más que una varita mágica, el cuadragésimo cuarto presidente de Estados Unidos va a necesitar un tanque de agua para apagar todos los fuegos.

Paul Kennedy, director del Instituto de Estudios sobre Seguridad Internacional de Yale, escribió hace unas semanas que Obama «no podrá satisfacer todas las esperanzas que han depositado en él todos los estadounidenses alegres y ansiosos y todas las multitudes de otros países, igualmente ansiosos». El propio Obama rebajó las expectativas en una de sus últimas entrevistas: «Quiero ser realista: no podremos hacer todo lo que prometimos con el ritmo que habíamos esperado».

Asegurar la casa

Su primera prioridad será asegurar la casa, es decir, hacer frente a la crisis económica. Hereda una recesión, el paro más alto en dos décadas, un consumo en caída libre, un sistema financiero desacreditado, una industria automovilística tambaleándose y una previsión de déficit del 1,2 billones de dólares.

Su receta es el lanzamiento de un plan de estímulo keynesiano de 800.000 millones de dólares. Con ese paquete en sus manos intentará emular al New Deal que el presidente Roosevelt lanzó tras la Gran Depresión: crear 2,5 millones de empleos a través de inversiones en infraestructuras y energías limpias -una de sus grandes apuestas, en oposición al apoyo al petróleo de George W. Bush-. A eso se añadiría un plan de reducción de impuestos para empresas y particulares, ayuda a los parados y a sus gastos médicos e inversiones en educación.

Además de lanzar el plan, Obama tendrá que pedir paciencia a sus compatriotas porque «el camino va a ser largo», como el mismo predice. Y si Roosevelt se valió de la radio, él apostará por Internet, el arma que tan buenos resultados le ha dado.

El timonel del plan será el técnico nacido a la sombra de Wall Street Timothy Geithner. Previsiblemente, Geithner recibirá la próxima semana el sí del Senado para ocupar la Secretaría del Tesoro, pese a descubrirse que no pagó impuestos al fisco. Charles Grassley, el principal senador republicano en el Comité de Finanzas, descartó que su partido planee votar contra él y dijo que hay un acuerdo bipartidista sobre la necesidad de alguien de su calibre para afrontar «todos los problemas que tenemos».