La elección del candidato a vicepresidente siempre está rodeada de cierto misterio, de conjeturas. Pero Obama ha ido mucho más allá, manteniendo en vilo a las bases demócratas, a su rival McCain y a los medios durante días. Primero sorprendió, la semana pasada, diciendo que anunciaría su elección a través de mensajes de texto. Una marca de la casa: hacer las cosas de forma diferente, salirse de los márgenes que fija Washington.
Días más tarde afirmó que ya tenía candidato. En ese momento, la máquina de las especulaciones se puso a echar humo. La lista se reducía a tres nombres: el gobernador de Virginia, Tim Kaine, el senador de Indiana, Evan Bayh, y el senador por Delaware, Joseph Biden. El circo mediático de la CNN echó la casa por la ventana y apostó sus cámaras en frente de los domicilios de estos tres, del propio Obama y del aeropuerto de Chicago, para detectar cualquier movimiento.
Cerca de la medianoche, la incógnita se empezaba a despejar al filtrarse a los medios que el aspirante presidencial había llamado a Kaine y Bayh para comunicarles que no habían sido ellos los elegidos. A la espera de la confirmación oficial, era ya un hecho que Biden acompañaría a Obama en la recta final hacia la Casa Blanca. Su primer mitin juntos tuvo lugar ayer en Springfield, Illinois, donde el afroamericano comenzó esta carrera hace 19 meses.