El líder histórico, sobre el que pesaban 150 órdenes de captura, llegó a comandar a 20.000 hombres

María Pérez-Pla

INTERNACIONAL

27 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

El guerrillero más viejo del mundo no fue capturado, ni bombardeado, ni siquiera murió en combate, falleció de muerte natural.

Pedro Antonio Marín Marín, Manuel Marulanda , Tirofijo, consiguió que la muerte no lo cogiera por sorpresa, cumpliendo así el pronóstico que dio en una entrevista en 1988, cuando tenía 58 años: «Si uno sabe que ahí en el caminito lo van a matar, pues uno da la vuelta por otro lado».

Tirofijo, sobre cuya cabeza reposaban 150 órdenes de captura, sufrió un infarto, según las fuentes oficiales, el 26 de marzo de este año; según algunos expertos, nunca se sabrá cuando murió realmente.

Marulanda apenas tenía 19 años cuando estalló en el país la época de la Violencia, como se llama al período iniciado a principios de los años cincuenta cuando en Colombia se mataba solo por pertenecer al Partido Liberal o al Conservador. Cinco años antes había salido de su casa, dejando atrás a su madre y cuatro hermanos, para intentar hacer fortuna como leñador, panadero, constructor, tendero y comerciante.

La violencia le hizo regresar a su pueblo natal, Génova, donde juntó algunos hombres entre familiares y amigos y comenzó la resistencia armada. Era el comienzo de su leyenda y de su mote, pues, gracias a su buena puntería, uno de sus compañeros dijo: «Este es un verdadero tiro fijo», aunque parece ser que el apodo no era de su agrado.

Todavía tendrían que pasar once años hasta que el 27 de mayo de 1964 el presidente Guillermo León Valencia, ordenó, en el marco de la operación Marquetalia, retomar la remota región ubicada entre el sur del Tolima y el norte del Huila, donde los insurgentes se habían hecho fuertes. Cualquier guerrillero de las FARC puede contar cómo Marulanda, con tan solo 48 hombres, resistió las embestidas del Ejército, convirtiéndose en los «héroes marquetalianos» y fundando las FARC.

A partir de ahí, con destreza y aprovechando la desidia del Gobierno, primero, y el auge del narcotráfico, después, logró comandar a unos 20.000 guerrilleros que a finales de los años noventa tenían el país prácticamente secuestrado.

La primera vez que firmó un cese del fuego fue con el Gobierno de Belisario Betancourt, en 1984, creando así la Unión Patriótica, brazo político de la organización. El exterminio inclemente que sufrieron los líderes políticos a manos de los paramilitares y el Estado -unos 3.000 asesinados en 15 años-, confirmó la personalidad desconfiada de Tirofijo y el motivo por el que había cogido las armas 30 años antes.

El país pensó que podía doblegar la voluntad guerrera del Viejo, como lo llamaban sus acólitos, cuando en 1999 el presidente Andrés Pastrana se sentó con él a negociar la paz. Marulanda no claudicó, las acciones guerrilleras siguieron y el proceso se rompió tres años después, dejando un país desesperanzado. Fue entonces cuando el mundo conoció a Pedro Marín, siempre acompañado de su pareja Sandra, aunque tuvo otras que le dieron 6 hijos, siempre hablando de política, de la reforma agraria y de tangos, que eran su pasión.