Contigo, pero sin ti. Consciente de que la popularidad del presidente George W. Bush sigue cayendo en picado hasta mínimos históricos, el candidato republicano a la Casa Blanca, John McCain, ha empezado a distanciarse cada vez más de él y de sus políticas. Pero no demasiado.
El ex veterano de Vietnam camina sobre arenas movedizas y calcula al milímetro cada paso que da. McCain sabe muy bien que si no se aleja de Bush (con quien comparte partido), sus aspiraciones presidenciales podrían verse dañadas. Pero la clave está en distanciarse solo lo justo, es decir, para ganar la simpatía de los indecisos, independientes y algunos liberales, pero sin perder el apoyo de la base conservadora que sostiene a los republicanos.
Los demócratas se han dado cuenta de las maniobras de McCain y han empezado a repetir una y otra vez que elegir al senador por Arizona sería como tener un tercer mandato de Bush. Y es que las políticas de ambos son bastante parecidas, aunque el ex veterano de Vietnam intente disimularlo.
Sobre todo en Irak, donde McCain votó a favor de la invasión, apoyó el envío de 30.000 soldados más en enero del 2007 y no quiere ni oír hablar de un calendario para la retirada. También apoya su política de bajada de impuestos para las rentas más altas. No obstante, en los últimos días el candidato republicano ha criticado a George W. Bush tanto sobre Irak -en concreto por cómo manejó la invasión y las primeras etapas de la posguerra- como por su gestión del desastre del huracán Katrina que asoló Nueva Orleans. Igualmente, ha condenado el «gasto fuera de control» de esta Administración.
Con el nivel de popularidad de Bush en el 27% y siete de cada diez ciudadanos pensando que el país va en la dirección equivocada, las matemáticas señalan que McCain necesita los votos de mucha gente de esa que desaprueba el trabajo de Bush.