El fuego ha arrasado casi 200.000 hectáreas y ha obligado a la evacuación de alrededor de un millón de personas.
25 oct 2007 . Actualizado a las 11:35 h.Los vientos que avivaron los incendios en el estado de California (EEUU) disminuyeron hoy su intensidad, llevando un poco de alivio a los miles de efectivos que por cuarto día luchan por contener las llamas que han arrasado un amplio sector del sur del Estado.
Esos incendios, avivados por los vientos de Santa Ana, han arrasado casi 200.000 hectáreas y han obligado a la evacuación de alrededor de un millón de personas, principalmente en la zona de la ciudad de San Diego, cercana a la frontera con México. En esa ciudad, las llamas persistían en su avance, pero su amenaza se ha reducido debido a una menor intensidad de los vientos y a una bajada de las temperaturas, señalaron fuentes del Cuerpo de Bomberos. Además, otras fuentes oficiales citadas por el diario «The New York Times», indicaron que muchos de los focos de incendio en el norte de San Diego están contenidos parcialmente.
En el condado de Los Ángeles, más al norte, cinco de esos focos están controlados en un 50 por ciento, señalaron. «Para mañana (jueves) esperamos que la situación sea mucho mejor», dijo un portavoz del Servicio Meteorológico en San Diego. Según los organismos de socorro, dos personas han muerto y otras 70 están heridas, la mitad de ellos bomberos. No obstante, medios locales indicaron que cinco personas habrían fallecido en incidentes posiblemente vinculados a la situación de desastre que vive el Estado.
Mientras, el área de San Diego seguía esta noche cubierta por un humo denso, cargado de ceniza, que proviene de los fuegos del este. El aeropuerto continua abierto, pero gran parte de la gente que llega es personal de la Cruz Roja, de agencias de ayuda del gobierno, y periodistas.
En las avenidas, el tráfico es casi inexistente, porque debido a las condiciones del aire, las autoridades han pedido que se lleve a cabo el menor número posible de actividades en el exterior de las viviendas.
Asimismo, los habitantes empiezan a notar los síntomas del espeso humo que se traduce en picor de ojos, dolores de cabeza, y cada vez son más los que usan mascarillas en la calles.
De los siete condados donde se ha declarado el estado de emergencia, el más perjudicado es San Diego, donde se calcula que los daños materiales podrían ascender a unos 1.000 millones de dólares (702,7 millones de euros).
Además, 950.000 personas -según los cálculos oficiales- han tenido que abandonar sus viviendas por el peligro de incendio, en lo que supone la mayor movilización humana de la historia de California.
Los evacuados se han instalado en hoteles, viviendas de familiares y amigos, o en refugios públicos, como el habilitado en el estadio Qualcomm, de San Diego, que acoge a unas 10.000 personas y sus mascotas.
La imagen del estadio podría recordar a la de los damnificados del huracán Katrina si no fuera porque, en esta ocasión, se ha producido un despliegue de medios y organización mucho mayor que el que tuvo lugar en Nueva Orleans (Luisiana) tras el paso del ciclón, en agosto de 2005.
Paralelamente, la Marina de Estados Unidos ordenó hoy que su personal en California se dirija a los barcos atracados en los puertos del Estado, a fin de facilitar los cuarteles a los miles de desplazados.
Por su parte, el presidente de EEUU, George W. Bush, mantuvo hoy una reunión de urgencia con miembros de su gobierno y, al finalizar, lanzó un mensaje de solidaridad en nombre del pueblo estadounidense y prometió toda la ayuda federal disponible. Bush anunció que viajará hoy a la zona afectada para conocer de primera mano la magnitud del desastre.