Un presidente de mil millones de dólares

La Voz

INTERNACIONAL

17 oct 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

Considerado un requisito imprescindible para acceder a la Casa Blanca, las donaciones económicas a los candidatos podrían romper este año su propio récord histórico.

¿Es ético que un político financie su campaña presidencial a base de donaciones privadas? ¿Tiene límites la independencia de un gestor que debe su puesto a determinados intereses? Aunque cuestiones como estas suelen rodear la celebración de cualquier proceso electoral en Estados Unidos, los últimos comicios a la Casa Blanca amenazan con convertirse en los más polémicos por ser los más caros de toda la historia, con cerca de 1.000 millones de dólares en juego.

El presupuesto es considerado uno de los asuntos más espinosos del sistema democrático norteamericano, aunque la ley de financiación de partidos prohíbe participar en él a las multinacionales. Mientras, eso sí, los donantes particulares pueden ayudar a sus candidatos favoritos con un máximo de 2.300 dólares en cada una de las contiendas, primarias y presidenciales.

Al borde de la legalidad

Decenas de corporaciones y grupos de presión manipulan cada cuatro años este sistema de contención gracias a una técnica conocida como bundling. Construido al borde de la línea de la legalidad, este tipo de financiación se basa en una red de personas con los mismos intereses que donan casi a la vez en favor del mismo candidato.

«Normalmente suelen ser grupos de veinte o treinta personas que trabajan para la misma empresa», denunciaba hace unos días a la cadena BBC Sheila Krumholz, ejecutiva del Centro de Responsabilidad Política, cuya función principal es vigilar la transparencia del proceso electoral.

Sin ayuda federal

Más allá de las irregularidades de los donantes, los propios candidatos han sido también duramente criticados por renegar del fondo federal especialmente reservado para financiar sus campañas. La mayoría de ellos prefieren no emplearlo y optar por la otra vía porque esperan conseguir más de las dádivas de sus votantes.

«Esto suele crear fuertes dudas sobre sus verdaderas intenciones, porque unas elecciones deben versar sobre ideas y programas, y no sobre quién tiene más en el banco», en palabras de Mary Boyle, directora de la oenegé Causa Común.