Paz en un mar repleto de caviar y petróleo

Ángela Rodicio

INTERNACIONAL

17 oct 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

El Caspio, cuyos países ribereños son nada menos que Kazajistán, Turkmenistán, Irán, Azerbaiyán y Rusia, es universalmente conocido por sus famosos peces, los esturiones, cuyas féminas llevan vientres repletos de huevas de caviar.

A finales del siglo XIX, el emperador persa de la dinastía Qajar le regaló el usufructo, -pero no la posesión, gracias a un avispado oficial- al zar de todas las rusias, de la dinastía Romanov. Un gesto de buena voluntad entre los dos grandes sistemas imperiales de la época, para sellar un pacto que dejase fuera al tercero, el británico.

La zona se hallaba entonces en pleno Great game (gran juego), como se denominó a los enfrentamientos diplomáticos y políticos por el control de Eurasia. Los tres imperios se jugaban la soberanía de los grandes pasos del Cáucaso. El persa y el ruso por sus salidas al mar; el británico por su acceso por tierra a la India, la joya de su corona.

Un siglo después de que se descubriera petróleo en el golfo Pérsico y el Kurdistán iraquí, y posteriormente grandes bolsas de crudo y gas en el Caspio, nunca esta zona había estado más en el ojo de un huracán energético. Tanto por su explotación como por el sistema de oleoductos que deberían desembocar en el Mediterráneo y en el coloso ruso.

Lo más destacado de la cumbre de Teherán, primera desde que en 1943 Stalin, Roosevelt y Churchill discutieran exactamente de lo mismo, en plena Segunda Guerra Mundial, ha sido la propuesta de Putin para unir el mar Caspio y el mar Negro. Sugerencia genial: de un plumazo se conseguirían dos objetivos vitales para el Kremlin: situarse en el centro del corazón de Eurasia e implicar a Turquía en el proceso. Precisamente ayer visitó Ankara el presidente sirio, Bashar el Assad, el otro aliado de Irán y Rusia en la zona.

Con todo esto, la prespectiva de un ataque norteamericano contra Irán, se aleja. Y más tras las ofertas de negociar incondicionalmente con Teherán de los candidatos presidenciales demócratas, Barak Obama y Hillary Clinton.

Por eso, la inteligencia y el Ejército israelíes bombardearon una base siria. Un mensaje claro a Ahmadineyad.