Con Ahmadineyad llegó el escándalo

Óscar Santamaría

INTERNACIONAL

El presidente iraní fue recibido como «un mezquino y cruel dictador» por el rector de la Universidad de Columbia, donde hubo protestas y ovaciones para el invitado

25 sep 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

La maquinaria de propaganda y relaciones públicas del presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, funciona a la perfección. La última prueba: la polémica visita que comenzó oficialmente ayer a Nueva York y que sacó a las calles de la Gran Manzana a varios miles de personas.

Ya desde primeras horas de la mañana, la cara de Ahmadineyad ilustraba las portadas de los tabloides Daily News y New York Post que titulaban a toda página «El diablo ha aterrizado» o «Vete al infierno». Y aunque es la tercera vez que pone su pie en Manhattan en tres años, en esta ocasión ha querido tensar un poco más la cuerda. ¿Cómo? Primero pidiendo permiso para visitar la zona cero para «presentar sus respetos» a los casi 3.000 muertos en el 11-S. Como era de esperar, el permiso le fue denegado, lo que no aplacó los ánimos.

El enfado del «lobby» judío

En segundo lugar, aceptando dar una conferencia en la prestigiosa Universidad de Columbia. Su presencia en este foro ha abierto un debate sobre los límites de la libertad de expresión. El poderoso lobby judío se lo ha tomado como una ofensa sin precedentes, pues no perdonan que Ahmadineyad haya declarado que Israel debería «ser borrado del mapa» y que el Holocausto es «un mito».

El campus de Columbia, en el Upper East Side, fue cerrado a los visitantes, permitiendo la entrada solo a estudiantes y prensa con identificación. El celo de las autoridades universitarias hizo que más de un millar de personas se quedaran afuera, donde montaron su protesta entonando canciones tradicionales israelíes. Dentro, otros 1.500 estudiantes organizados en diversos grupos lanzaban gritos contra Ahmadineyad, pero también a favor de dejarlo hablar.

El rector de Columbia, Lee Bollinger, blanco de críticas por haberlo invitado, lo recibió de esta forma: «Señor presidente, muestra usted todos los signos de un mezquino y cruel dictador». Ahmadineyad se mostró sorprendido por este «tratamiento poco amigable», que calificó de «insulto». Su protesta suscitó una fuerte ovación de parte del auditorio. «He acudido libremente para expresarme y no me voy a dejar llevar por esta acogida», que achacó a la «presión política y de la prensa».

Durante su intervención provocó las risas de los presentes cuando afirmó categórico que en Irán «no tenemos homosexuales». También matizó que haya negado el Holocausto de forma tajante, aunque siguió expresando sus dudas.

Insistió en que la gente en Irán «es muy feliz» y que allí las mujeres «son las más libres del mundo». El presidente iraní no quiso despedirse sin desechar las críticas por su respeto a los derechos humanos y afirmar que la imagen de su país está manipulada por Occidente.

Mientras frente a la sede de las Naciones Unidas, donde intervendrá hoy en la Asamblea General, más de un millar de personas corearon «Fuera el terrorista número uno».