«Fui la primera en llegar, con mi marido, a la una y cuarto de la mañana». Esto explicaba Beatriz Calviño, la madre de una de las menores a las que no permitían entrar en la discoteca Ola Green. Permaneció varias horas en el lugar, incluso entró hasta tres veces en el local, y detallaba que «allí fuera había unos 700 chavales en la explanada, y tuvieron suerte de que es gente tranquila, porque les podían haber montado un buen follón».
No fueron los únicos padres que acudieron a ver lo que ocurría con sus hijos ante este local: «Uno vino desde Betanzos». Beatriz fue recogiendo datos de los afectados, «tengo una carpeta llena y deben de ser unos 200». Fue ella la que avisó a la policía local y mostraba su indignación con los responsables del montaje porque «hacer dinero a costa de los críos es reírse de ellos». Además, esta madre indignada aportaba otro dato: «Muchos se compraron la ropa, porque era la primera noche que salían».