Ni en la comisaría lucense, ni tampoco en los juzgados había ayer constancia de alguna denuncia por malos tratos de la mujer. Era una pareja que, aparentemente, se llevaba bien. Eso es, al menos, lo que decían los vecinos del inmueble donde residían y que fueron consultados en el transcurso de la mañana de ayer.
Parece que el detenido trataba por todos los medios de guardar las apariencias y ocultar su presunto resentimiento hacia su esposa. Tanto es así que solía acudir con ella a algún establecimiento de hostelería, en el que se situaban separados y no se llegaban a comunicar.
«Casi se veía venir»
Compañeros de la mujer conocían que esta mantenía una relación sentimental con otra persona. Ella no lo ocultaba, según aseguraron algunas fuentes. Amigos de la enfermera se sorprendieron ayer con la noticia, pero confesaron que en el fondo se temían que en algún momento pudiese ocurrir alguna cosa similar porque Montserrat había comentado en numerosas ocasiones la actitud de su esposo, que, supuestamente, se mostraba celoso y muy vigilante. «Casi se veía venir», explicó una amiga de la esposa.
La víctima había acudido hacía unos tres meses, aproximadamente, a visitar un gabinete de abogados con la finalidad de asesorarse sobre la tramitación de un divorcio. No estaba satisfecha con la relación que tenía con el profesor y, supuestamente, pretendía iniciar una nueva vida.
Personas que conocían a Juan Carlos Pernas dijeron que les resultaba muy complicado aceptar que él pudiese haber cometido un homicidio. Es una persona muy apreciada en el instituto de San Xillao, en la avenida lucense de As Fontiñas, donde daba clases de Química, especialidad de la que era licenciado. Varios de sus conocidos indicaron que se trataba de una persona algo reservada.