El viaje a O Vao solo es de ida

Jaime Velázquez

PONTEVEDRA CIUDAD

18 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

La única parada con taxis durante la noche en Pontevedra está en una céntrica e iluminada calle. Allí, los conductores esperan sobre todo a gente que llega a ellos tras tomar unos pinchos en los bares del casco viejo, pero también a toxicómanos que van al poblado chabolista de O Vao para inyectarse su dosis. De estos últimos, cada noche tienen una media de dos o tres servicios.

Cuatro taxis aguardan en la parada en torno a las doce de la noche. Algunos de los conductores están fuera del coche. El primero de la fila, un chaval de 25 años, permanece sentado, con la puerta del vehículo abierta. Pero no duda en hacer ademán de cerrarla cuando un joven con la mano metida en el bolsillo de la cazadora se acerca por detrás de él.

-¿Por cuánto me llevas a O Vao?

-Cinco euros [el taxista da un respingo mientras examina al cliente], pero yo te dejo en la carretera, al poblado subes tú.

-¿Y me esperas?

-Por la noche no.

-Y luego, ¿cómo vuelvo?

La respuesta del resto de los taxistas es unánime: «Por la noche no vamos a O Vao». «Yo no, de noche, no». El primero de los consultados es el único que acepta la petición de los cuatro consultados que estaban en la parada a esa hora.

El taxi arranca entonces con destino a O Vao, a unos tres kilómetros del centro de Pontevedra.

-¿Y no me esperas entonces?

-Mira, donde te puedo esperar es en el BricoKing [una zona empresarial muy iluminada en la carretera, a unos 300 metros de la entrada al poblado]. El taxi no es mío, llevo cuatro meses y el jefe no quiere que vaya de noche.

-Pero no hay problema, ¿no? No hay atracos ni nada...

-Con vosotros nunca he tenido ningún problema. Yo voy, me pagan. Pero esperar no... Suben por ahí arriba de noche y pasa el tiempo y te vas de vacío sin la carrera pagada.

El coche entra en la carretera de Vilagarcía, la que conduce al poblado de O Vao. Da vuelta a la rotonda y pasa el BricoKing. Le indico al profesional que puede dar la vuelta, y le comento el asunto del viaje. El conductor no contesta, mete el intermitente para enfilar el poblado.

-Ah, pero ¿entonces volvemos?

-Sí, sí, soy de La Voz.

El conductor gira entonces hacia Pontevedra y mira al cliente.

-¿Tenéis muchos servicios a O Vao?

-Cada noche dos o tres. Yo de día no tengo ningún problema en ir. Recojo a gitanas y gente que va a comprar. Pero no espero, porque luego cuando vuelves te para la policía, registra al cliente y le quita la droga. Tuve uno que se metió la bolsa en la boca. Pensé: menos mal que va empaquetada porque si no le da algo.

-¿Y la gente va varias veces al día?

-Sí, sí, tengo uno que está enganchadísimo, hasta el punto de tener que llevarlo por la mañana y a lo mejor de vuelta por la tarde y también durante la noche. Y tiene mujer y dos hijos. Lo he llevado en alguna ocasión a recoger a los niños al colegio. ¡Eso sí que me da pena!