El móvil sentimental es considerado, casi sin ninguna duda, como el desencadenante del asesinato de la azafata viguesa María Elena Calzadilla Eugui, ocurrido en su chalé de Porto do Son en diciembre del 2005.
Las investigaciones llevadas a cabo desde entonces hacen descartar, ahora con mayor rotundidad, la posibilidad del robo como la circunstancia que habría propiciado el asalto que la empleada de Iberia sufrió en el momento en el que entraba en su residencia veraniega para recoger varios enseres antes de partir de viaje a Canarias con su marido.
Pese al secreto de sumario que pesa sobre el caso y también sobre las diligencias de las detenciones del viudo, Ernesto Mouzo Barros, y su hermano Marcos -realizadas el martes y miércoles en O Porriño y Vigo, respectivamente-, ha trascendido el convencimiento de los investigadores de que ninguno de los dos habría intervenido de forma material en la muerte de Elena Calzadilla. Ninguna prueba física los incrimina de hecho por ahora, según ha podido saber este periódico.
La investigación se centra en determinar la implicación de otra persona que, por encargo, habría asaltado a la azafata y causado su muerte tras asestarle un fuerte golpe en la cabeza. La barra o herramienta con la que fue atacada la jefa de las azafatas de la compañía española en Peinador tampoco ha aparecido por el momento.
Coartada artificiosa
Determinar quién o quienes realizaron dicho encargo es lo que se trata de esclarecer con las detenciones realizadas hasta ahora y las declaraciones que los dos hermanos puedan llegar a realizar, tanto ante la Guardia Civil como ante la titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Noia, encargada del caso.
Fuentes de la investigación han advertido contradicciones y lagunas en las coartadas de los dos detenidos, estimando incluso como «artificiosas» algunas de las disculpas aportadas. Las mismas fuentes reconocieron ayer que el entorno familiar y de amistades de María Elena Calzadilla estuvo sometido a un control permanente desde poco después de que se cometiera el crimen, al existir un alto grado de convencimiento, ya entonces, de que el móvil pasional pudiera haber propiciado el suceso. La cautela marcó el trabajo de los agentes de la Guardia Civil de Galicia y Madrid que siguieron el caso «para no herir a la familia de la víctima», según apuntan fuentes relacionadas con el mismo.
Una misteriosa llamada
Una de las pruebas manejadas para la detención del marido de Elena Calzadilla y su hermano fue una llamada de teléfono entre ambos, aunque por ahora se desconoce públicamente el contenido de la misma, así como el momento en el que fue efectuada.
Las investigaciones realizadas sobre la muerte de Elena Calzadilla se han extendido desde la misma fecha del crimen a distintas personas de su círculo familiar y de las amistades del matrimonio, para comprobar y ratificar las diversas versiones señaladas en las sucesivas declaraciones tomadas desde diciembre del 2005 por la Guardia Civil. Las personas más cercanas a la víctima cuentan con coartadas, según apuntan los testimonios consultados.
Los dos detenidos pasarán hoy a disposición de la jueza de Noia, tras permanecer en dependencias de la Guardia Civil de A Coruña.