La lluvia tampoco quiere a Alonso

DEPORTES

01 oct 2007 . Actualizado a las 10:49 h.

El Mundial se ha puesto cuesta arriba para Alonso con la inclinación del Monte Fuji, testigo ayer de un gran premio caótico. Además de sufrir el ostracismo en el seno de McLaren, también la lluvia le dio la espalda al bicampeón del mundo que vio cómo su arduo trabajo de las últimas carreras, esos sudados recortes punto a punto con Hamilton, naufragaban en el torrente de la pista japonesa, donde colisionó al rebasar un charco. No puede haber mayor paradoja para perder un Mundial: errar en el agua, el hábitat natural del piloto asturiano. Fin a 17 carreras sin abandonos.

Los madrugones en España no tuvieron recompensa. Ni por el resultado ni por el espectáculo. Hamilton le cedió la pole position al coche de seguridad, que marcó el ritmo durante casi las primeras veinte vueltas de la prueba, tal era la descarga de lluvia sobre el recinto japonés. La bandera roja amenazó por momentos la continuidad de la carrera mientras algunos monoplazas, entre ellos los Ferrari, acudían al garaje para cambiar los neumáticos.

Después de todas las incógnitas, de la novedad en el calendario, la carrera no tardó en confirmar que Fuji es territorio McLaren. Hamilton y Alonso, que partía segundo, pusieron una distancia muy amplia sobre el gran grupo, hasta el turno de los repostajes. El español ingresó primero en el box, donde recibió una gran carga de combustible. Hamilton vio que iría a una sola parada y le calcó la estrategia una vuelta más tarde. Fue ahí, en el medio del tráfico, cuando el bicampeón comenzó su calvario. El excesivo peso le complicó la conducción mientras pilotaba entre el tráfico. Incluso apuró el crono para salir por delante de su compañero, pero sufrió una salida de pista en la que tuvo espacio para rectificar.

Los neumáticos le obligaron a reducir durante varias vueltas, circunstancia que fue aprovechada por Heidfeld y Raikkonen. Posteriormente, un toque con Vettel magulló el chasis de Alonso, quien continuó a un ritmo endiablado hasta toparse con el charco maldito y chocar contra un muro sin consecuencias para su integridad. Pero no para su ánimo. Como le ocurriera un año antes a Schumacher en Suzuka, Alonso abandonó la zona del accidente saludando al público pero con la sensación de haber perdido el Mundial. Hamilton, mientras, aguantaba con destreza. La fortuna le sonrió en el caos de Fuji, pero también demostró que, de alcanzar el título, no será sólo por coche, suerte y casualidad.