Manuela Novas, más conocida en Perlío como Manolita, sufrió la semana pasada un robo cuando desarrollaba su trabajo habitual en un puesto de venta de cupones del barrio urbano fenés. Sucedió en la tarde del día 12, martes. «Eran las siete», recuerda la lotera. Entonces, una mujer de unos treinta a cuarenta años, según el testimonio de la vendedora, se acercó al quiosco ubicado frente al Banco Pastor y le pidió un cupón. «Le di la vuelta de 20 euros y me dijo: ''Te voy a coger más''», relata Manolita.
La ladrona aprovechó un descuido de la cuponera para llevarse el botín: «Me agaché un momento, metió la mano y los cogió del alambre», cuenta. En total, se cuantificaron unos veintiún boletos de 6 euros («del premio extra», dice), y otros nueve de dos euros, del sorteo diario. Las terminaciones, en cinco, en cuatro y en uno. En total, unos 144 euros en lotería para ese fin de semana.
Lo extraordinario sería que uno de esos cupones saliera premiado en el sorteo del domingo pasado. Para evitar eso, la vendedora se puso en contacto con la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE) para hacer balance de los boletos que había vendido y detectar aquellos que habían sido sustraídos para anularlos y ponerlo en conocimiento de la aseguradora.
Pero antes, Manuela Novas llamó a la Guardia Civil del destacamento de Fene. Estos desviaron la denuncia a la Policía Local, que hizo el informe y tramitó la pertinente denuncia ante el juzgado. En ese momento, Manolita desconocía el volumen de lo robado, y así lo hicieron constar. También declaró que la mujer debía ser de mediana edad por el timbre de su voz, y que era de una estatura alta, ya que percibió el sonido desde arriba.
Veintidós años en la zona
La vendedora señaló ayer, recordando el suceso, que en 22 años de profesión nunca le había pasado algo así. Tiene ahora 62 primaveras y reconoce que tendrá que andarse con más cuidado a partir de ahora. «Antes ya estaba alerta, pero ahora tendré que estarlo más», sentencia. Y es que, como concluye esta vecina de Fene, «como no veo, meten la mano» y se llevan su medio de vida sin apenas poder hacer nada por impedirlo.
Por lo de pronto, Manuela Novas desea olvidar el mal trago que sufrió en la tarde del martes de la semana pasada. Por lo general, Manolita es una persona muy conocida en el barrio de Perlío, y también respetada por sus vecinos, quienes criticaron la falta de sensibilidad de la supuesta ladrona al tratarse de una persona dependiente y con severos problemas de visión. Ahora, la vendedora solo espera «que no se repita» el suceso.
A menudo, los vendedores cuelgan los cupones de unos alambres a la vista de los posibles compradores. Las cabinas están completamente cerradas, a excepción de una pequeña rendija inferior por la que se despachan los boletos. Al parecer, según el relato de Manolita, la ladrona «debía tener los brazos largos». Hay cierta distancia desde el alambre más bajo.