Los incumplimientos en obras, el caos de tráfico y el conflicto con la policía, en la agenda de problemas para la coalición
18 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.A punto de cumplirse el primer año de gestión PSOE-IU en Ferrol, doce meses después de los comicios que conllevaron un cambio de timón en la ciudad, la coalición de gobierno tiene ya apuntados varios debe que no ha cumplido en su primer curso y se ha anotado una batería de aciertos con los que enjugar esas deficiencias. Hay tres asuntos clave, en los que participan varios concelleiros, que se antojan como los más sobresalientes y que se explican por la propia voluntad de los ediles, sí, pero también por sintonía con los gobiernos central, provincial y, sobre todo, autonómico. Están todos gobernados, como en Ferrol, por algún miembro de la familia socialista.
La eclosión de planes vinculados a los asuntos sociales -ocio para la infancia, instalaciones para inmigración, programas de dependencia o atención a personas mayores-, el refuerzo de la programación cultural (la recuperada gestión en el Torrente Ballester y en el Jofre, convenios para locales de ensayo, exposiciones en la calle...) y esa buena sintonía con la Xunta van marcando el camino en positivo, junto a intervenciones en servicios y medio ambiente.
¿Dónde está pinchando el bipartito? Especialmente en urbanismo y obras, aunque también en seguridad. La primera de esas áreas es, quizá, un buen ejemplo de la cara y la cruz. Sobresaliente fue lograr, y en tiempo récord, una solución económica para la plaza de España con más de cinco millones de euros que comprometió la Consellería de Política Territorial; un ejemplo de esa cooperación bilateral. Pero, paralizada la construcción del edificio y pagada a Abeconsa una gran parte de su obra, ha pasado un año sin apenas haya movimiento en la plaza; solo se manejan algunos esbozos, se han licitado dos pequeños concursos y queda aún la fase más gruesa de la obra final. Ejemplo así del más y el menos en la gestión de la coalición progresista.
A ese problema hay que sumar sin duda el mayor incumplimiento en el casi año de gestión: las obras en la calle del Sol. Iniciadas en agosto, mañana se reabrirán al tráfico dos de los cuatro tramos de esa calles, es decir, nueve meses después para una intervención proyectada para la mitad. Cuándo estará rematada es una incógnita.
También sin fecha de conclusión está un conflicto, el de la Policía Local, que involucra hasta a tres departamentos (Seguridade, Tráfico y Persoal) y en el que tampoco la mediación del alcalde ha logrado poner remedio. Ya son seis los meses con problemas con los guardias municipales. Consecuencia de ello, y de una mala planificación gubernamental, el caos de tráfico de los últimos dos meses al que, tras varias denuncias, se ha comenzado a poner coto, aunque no está resuelto del todo.
Frente a ello, el gobierno municipal puede exhibir algo que no lograron sus antecesores: una excelente sintonía con otros gobiernos, con los más cercanos -la Mancomunidade está a punto de lograr el parque comarcal y se ha ordenado el pago del agua-, con la Diputación (acuerdo con el Fogar Infantil, rehabilitación del hospicio...) y con la Xunta. Ahora se acaba de lograr un acuerdo con Medio Ambiente para completar el saneamiento urbano e iniciar lo propio en el rural. Aunque también se le puede achacar cierta complacencia con gobiernos amigos, como sucede con el IBI de Defensa (otra cara con su cruz), con la construcción del auditorio de Caranza (paralizado) o con el polígono de Leixa (¿para cuándo?).
Así se ha consumido el primer cuarto de todo un mandato al que aún resulta complicado poner cifras de resultados, como si ello fuera una empresa. Por lo pronto, no se ha logrado invertir la sangría demográfica, aunque sí suavizarla (ya hay menos de 75.000 vecinos) y el número de desempleados sigue en torno a los 5.500 inscritos en la ciudad.