Afirma que ser mujer no le ha facilitado el puesto y reclama un partido fuerte de principios y centrado en las formas
13 jul 2008 . Actualizado a las 02:00 h.María Dolores de Cospedal es la primera mujer secretaria general del PP y no hay más que ver su despacho para saber que está recién llegada. Estanterías y mesas muestran su fealdad casi desnudas o con algún vestigio de su anterior inquilino, Ángel Acebes. Solo el bolso sobre una silla y apenas tres fotos de su hijo Ricardo ofrecen las escasas pruebas de que el emblemático despacho es ahora territorio de una mujer osada, mandona y muy independiente.
-¿Cuando era pequeña quería ser secretaria general?
-No. Yo quería ser lo que casi todas las niñas. Desde bailarina a cantante, pasando por astronauta, que es algo que siempre me ha fascinado porque entonces no había mujeres astronautas y eso me molestaba mucho.
-¿Quién la convence para entrar en el PP?
-Yo era abogado del Estado del Ministerio de Trabajo cuando el PP llegó al Gobierno. El ministro Javier Arenas y los altos cargos me proponen trabajar con ellos. A mí ya me gustaba el partido, soy votante del PP y decido dar el paso. Previamente, sin tener por qué decir quién, la Administración socialista ya me había ofrecido un cargo político que yo tuve claro que no quería aceptar.
-¿Es tan mandona como cuentan?
-Debo de ser algo mandona porque me lo dicen mucho.
-¿Eso influyó para que llegara al cargo?
-No lo sé. Digo que debo de ser mandona porque ya me lo decían en mi casa cuando era pequeña. Pero también me gusta mucho trabajar en equipo. No soy acaparadora. Me gusta delegar y tener gente brillante alrededor. Soy mandona de una manera especial.
- ¿Qué mérito cree que valoró Rajoy en usted para elegirla?
-Me parece que tengo capacidad de organización y quizás eso haya podido influir. Y también porque me gustan los retos. Es verdad que soy algo osada, sin ser una insensata. En la vida hay que ser valiente y no acobardarse.
-¿La presencia de mujeres en cargos políticos es puramente estética o un ejemplo para el resto de la sociedad?
-Ahora somos más en puestos de responsabilidad política que, por ejemplo, en grandes empresas. Por eso podemos ser punta de lanza. Pero no debemos caer en el peligro de convertirnos en un estereotipo. Mi condición de mujer no ha influido en mi nombramiento, como tampoco influyó cuando me designaron candidata en Castilla-La Mancha. Si pensara lo contrario no lo habría aceptado. Las mujeres no nos debemos dejar utilizar para que otros presuman.
-¿Se habría atrevido a ir a Afganistán embarazada, como la ministra de Defensa?
-Claro que sí. Estuve embarazada y seguí cumpliendo como consejera de Obras Públicas y Transportes. Me parecen muy bien las imágenes porque ayudan a la sociedad a cambiar estereotipos. Pero, ¡ojo!, no permitamos que se nos juzgue por eso. Quiero que me juzguen exactamente igual que a un hombre. Ni con más dureza ni con más condescendencia.
-¿Le parece que hay un culto excesivo a la juventud en la política en este momento?
-Sí. Seguramente es así. Respeto profundamente la sabiduría que da la experiencia, me parece un gran valor y me fío más de ella que de cualquier otra cosa. Por otro lado, la juventud tiene el impulso, ilusión y osadía. Es bueno mantener un equilibrio.
-¿Qué salva del aznarismo?
-No me gusta mucho hablar de marianismo ni de aznarismo. Prefiero hablar del PP y de proyecto. Este partido tiene que tener bien claro que debe ser fuerte en sus principios y centrado en las formas. Porque el centro es una forma de estar en política más que un espacio entre la derecha y la izquierda. No debemos olvidar que este es un partido con vocación de Gobierno. Y eso responde tanto a épocas anteriores como al momento actual.