Punteras en Europa por la calidad sanitaria de la leche

La Voz

LALÍN

07 jun 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

En la sala de ordeño de la granja de Abel Vila, en Lalín, está Francisco Sesto, técnico de Seragro, que verifica la calidad de la materia prima. En un momento del descanso se saca un guante de la mano y reflexiona. «En pocas zonas de Europa y del mundo la leche tiene un nivel de células somáticas tan bajo, unas 250.000 por mililitro. ¿Qué quiere decir esto? Pues que hay un nivel altísimo en calidad higiénico-sanitaria de lo que se produce y eso solo se explica con un nivel de modernización y tecnificación muy alto», detalla este técnico. La granja en la que trabaja hoy Francisco Sesto está entre las cinco más grandes de Galicia: una cuota de 3,2 millones de kilogramos y 400 cabezas en ordeño. La explotación emplea a ocho personas a tiempo completo.

Su propietario, Abel Vila, incorporó hace poco a la granja uno de los establos más modernos de Galicia. Con un modo de ventilación, cubículos con arena para el ganado y un sistema de limpieza automática de las dependencias.

La sala de ordeño mide digitalmente lo que se le extrae a cada vaca y la explotación cuenta con un sistema de producción propia de forrajes para alimentar al ganado. «Catro millóns de quilos de asilado de millo», precisa Abel.

Este es uno de los principales temas de controversia en la actual crisis láctea. Las industrias cuestionan la competitividad de las granjas por sus altos costes en piensos y por su nula base territorial para recurrir a los pastos y así ser más rentables. Sin embargo, en las explotaciones hay otro punto de vista.

«É importante recurrir aos forraxes, claro, pero a xente debe saber que para ordeñar unha vaca e manter a súa produción hai que recurrir a outras fontes de alimentación que non veñen do prado porque senón a vaca non da a leite e se derrumba: non é o mesmo que mame un terneiro que ordeñar unha vaca», advierte Abel Vila. Como consecuencia de la fuerte caída de precios, su ganadería, que le vende la mercancía a Corporación Alimentaria Peñasanta, facturaba el pasado año al mes 173.000 euros y ahora está en 112.000. «Así resulta complicado amortizar as inversións», dice su dueño.